A Fondo
Manuel Ek
12 marzo 2012
Todos los días nos despertamos con una nueva bravuconada. No me queda claro si Villa es el nuevo bufón de los periodistas locales, o es el responsable de la seguridad pública estatal. Desde luego no está cumpliendo su palabra porque ni es el mejor funcionario de la administración actual -aunque algunos piensen que eso no es muy complicado-, ni lo va a ser en lo que le dure su “responsabilidad”, si sigue faltando al respeto a la inteligencia colectiva, y además no cumple con las promesas realizadas.
La renuncia de la mayoría de los directores de seguridad pública, excepto los que tenían palanca política –que se quedaron-, sin evaluar las capacidades individuales de los mismos es una irresponsabilidad política y una falta de respeto importante al dar por sentado que todos los funcionarios de la secretaría eran corruptos.
La aparición como asesora especial de Isabel Arvide y su supuesta experiencia en temas militares o policiacos es muy cuestionable. El conocimiento sobre las instituciones castrenses no se adquiere ni tomando trago con los generales, ni navegando 35 años por los cuarteles. Muchos militares y policías valiosos y respetables merecen el respeto de analistas responsables que realmente hayan estudiado y escrito sobre estos temas con amplitud de criterio y conocimiento. ¿Ha pasado el control de confianza federal la funcionaria Arvide? ¿Lo ha pasado Villa? ¿Lo han pasado sus colaboradores cercanos? Parece ser que el oficial retirado al cargo de la cárcel de Cancún no debería haber pasado unos mínimos controles físicos, si al primer problema tuvo que salir a México por un problema de trombosis en la pierna.
Todos los que critican a Villa no son “malandrines” con intereses perversos. También estamos los ciudadanos que pretendemos vivir en un contexto democrático, y que esperamos inteligencia, sensatez, profesionalidad y transparencia en un servidor público. Esperamos que el funcionario, el político, como lo es Villa, tenga en cuenta nuestras opiniones; es casi un delito para un funcionario señalar, como rescatara el Quequi el 20 de mayo: “y lo que me digan…ahhh sí, sí, sí….¡Pues chinguen a su madre!”. Si el secretario de seguridad no se da cuenta, a pesar de la larga travesía que tuvo que sufrir para “escalar” rangos en la milicia, debería darse el gobernador y su equipo de asesores –más vale rectificar que lamentar-.
David venció a Goliat con su inteligencia. La historia está repleta de casos de ese tipo. La milicia es una profesión demasiado honorable para ser tan pisoteada a golpe de expresiones altisonantes. La violencia, genera violencia, y eso es lo que está aportando Villa con su estilo. Haciendo apología del uso de la fuerza, pensando que lo importante es que hablen de él, aunque sea en forma negativa, se consigue que los ciudadanos piensen que ellos también pueden tomarse la justicia por su mano. Si matar a un zeta es aceptable, porque San Pedro ya lo escuchará, seguramente el ciudadano entenderá que asesinar a un ladrón de tubería de cobre es lo correcto, porque así se lo ha enseñado su gran héroe popular –pronto iniciarán corridos en su nombre-.
La delincuencia se encuentra lamentablemente en la mayor parte de los países del mundo. Existen diferentes maneras “civilizadas” para enfrentarlas. ¿Nos imaginamos un jefe de policía como Villa en Nueva York en el momento de máxima violencia en los ochenta? Si lo vieran pasear con su escolta por Broadway quizás pensarían que se habría escapado de algún teatro; ¿nos lo imaginamos en el Miami de las drogas?; pues el otro día Villa “amenazó” de entrar a sangre y fuego en la zona hotelera de Cancún. Insisto en que la inteligencia es una cualidad importante, y en que la prudencia es otra no menos importante. Gracias a los dioses, o a los empresarios hoteleros el señor Villa se tuvo que contener las ganas, y “disciplinadamente” se dirigió de nuevo a la cárcel de Cancún para ver quién era finalmente el “muerto” tras el segundo motín.
Lo positivo de la presencia de un personaje tan peculiar, aparte de lo cómico que pueda parecer en ocasiones, es que se nos presenta un caso de análisis muy interesante. Por lo extremo del caso, estudiando bien su comportamiento, y las reiteradas barbaridades que va cometiendo, quizás si somos observadores y analíticos podremos mostrar al mundo, no sólo por qué es negativo que un profesional con formación militar ocupe posiciones políticas, sea en la policía, sea en la propia política de defensa del país; sino incluso lo negativo que es que en posiciones políticas un operativo tenga la responsabilidad de dirigir las acciones. El operativo se debe limitar a obedecer las instrucciones de políticos inteligentes, expertos en el área en cuestión, que utilizan la cabeza para pensar –algunos pueden llevar gorra también-, y que por supuesto asumen las responsabilidades que en un contexto democrático se deben asumir. Quizás el presidente Calderón piensa que no tiene otra opción que utilizar militares, o agentes de los servicios de inteligencia en orden público, pero eso es un error. En Quintana Roo deberíamos de ser capaces de mostrar que ello es posible. El destino turístico requiere una protección inteligente, elegante y eficaz.
En relación al miedo, o a las amenazas. La mayoría de los ciudadanos no tenemos pistola, ni lanzagranadas, ni una escolta de 40 miembros. Sí, como no, tenemos miedo a perder la vida, porque es lo único que tenemos y otros dependen de nosotros, pero eso no significa que seamos cobardes. La convivencia se debe construir con política, con acuerdos y voluntad. La fuerza se debe utilizar con sabiduría, para que no nos suceda lo que señaló Tayllerand que le pasaría a la Francia napoleónica si su sociedad se quedaba cómodamente sentada encima de las bayonetas. Al final éstas atravesaron el cuerpo republicano y le infringieron un gran daño. Por el contrario los mayores avances de la humanidad los han realizado personas desarmadas que desnudaron las verdades, en ocasiones a costa de su miserable y cobarde existencia.
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