El puerquito

24 de junio 2014

Manuel Ek

Había una vez un puerquito que quería comer. No quería quejarse porque no servía de nada. Los demás puerquitos también tenían hambre y callaban porque no eran bocones. Sabían que el que callaba mamaba. Ya habían aprendido que era mentira eso de que el que no llora no mama. El puerquito lloraba por dentro, pero eso no importaba ni a sus lombrices que lo único que querían era un buen tapado de coco.
El puerquito pendejo boconeaba, pero en silencio, por si le escuchaban. La pobres lombrices estaban hasta la madre de sus suspiros, y lo llamaban puto desde la entraña. Nada que ver con el mundial y con la hinchada, le llamaban puto por quejarse, porque no servía de nada. Le llamaban puto porque debía de ser como los otros puerquitos, que abrían la boca para comer, y que ni respiraban para que las sobras no se desviaran.
En las peleas los puercos mordían y ni la conciencia, ni la razón servían de nada. Eso de las reglas no aplicaba, porque quien dijo que en el mundo del cerdo las ideas contaran.

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