20 de agosto 2016
Un ilustre ciudadano de la ciudad de Chetumal me preguntó esta semana en un chat en el que compartimos amigos, chistes e inquietudes sobre dos aspectos: ¿de verdad es importante votar? ¿qué utilidad tienen los tribunales electorales, si éstos saben como se ejecutan los fraudes y no hacen nada?
Le prometí contestarle con calma, y aquí van mis reflexiones.
1. Claro que es importante el voto. La última elección es un ejemplo claro de ello.
Por una parte el PVEM de México y el PRI invertieron una cantidad de dinero impresionante en la campaña electoral, y eso les permitió retener voto en muchas zonas de Quintana Roo. Del 2010 al 2016, a pesar del mal gobierno de Borge, y del descontento popular únicamente perdieron 20,000 votos en Quintana Roo. Ganaron en Cancún por menos de 5,000 votos en las elecciones de gobernador; y retuvieron buena parte de los diputados y de los municipios. La inversión económica rindió frutos porque se tradujo en votos.
Por otra parte el efecto Carlos Joaquín, y el hartazgo con el abuso de poder hizo que muchísimas personas salieran a votar. Funcionarios en el sur del estado cambiaron su voto, y por primera vez en la historia del estado, a pesar de no participar activamente en campaña, votaron por una opción diferente al PRI. Por otra parte se elevó en el global un 10% la participación (que benefició a todos los partidos en el norte); y en un 19% en el sur del estado… lo que consolidó la alternancia política. Esto muestra que el voto, y los buenos candidatos sí son importantes, independientemente del uso partidario de las instituciones electorales.
2. El voto es importante. Pero el deber ciudadano no sólo recae en el voto. Vivimos en un modelo muy autoritario, en donde la libertad de expresión no está bien vista. La opinión se toma como ataque, y como algo personal. La ciudadanía no sólo debe votar. El ciudadano es el soberano. El ciudadano debe opinar. No únicamente cuando le conviene personalmente. Nos debemos organizar en diferentes asociaciones colectivas; impulsar los intereses colectivos. No esperar que la administración resuelva todo. Es necesario que marquemos nuestras preferencias, y que con nuestras opiniones diseñemos una agenda de gobierno. Los planes de gobierno no se deben de hacer en gabinetes de fuera del estado, para cumplir con la «obligación» de presentar algo… y luego engabetarlos. Deben responder a las inquietudes de las personas que habitan el territorio. Deben reflejar los problemas de verdad, los que preocupan a los ciudadanos.
El emitir una opinión no significa que tengamos la razón absoluta. Implica que debemos tener la mente abierta para escuchar a los demás; y reconocer que podremos estar equivocados: se requiere de tolerancia para escuchar las preocupaciones ajenas, y tener presente que lo más importante que debemos alcanzar es la convivencia entre personas que pensamos de forma distinta.
3. Sobre las instituciones electorales. Éste es posiblemente el terreno más turbio y difícil. Mal que bien las instituciones funcionaron. Desde el día uno de campaña algunos señalamos por escrito la necesidad de que hubieran observadores nacionales e internacionales. Manifestamos que no confiábamos en las instituciones. Reclamamos que el INE atrajera la elección. Esta presencia ciudadana tuvo un efecto favorable. El día de la elección tuve el honor de coordinar a unos 250 ciudadanos de diferentes asociaciones, que en el municipio de Othón P. Blanco, quisieron estar presentes vigilando las urnas. Tuvimos tan buena acogida que pudimos «enviar» a 30 personas para apoyar en Cancún. No sólo fuímos los observadores acreditados frente al INE. En las afueras de las escuelas y por toda la ciudad, muchas personas estuvieron apoyando.
En el momento del ataque a la Escobar Nava (yo me encontraba dentro de la secundaria), la policía abusó de su poder y violentó a personas que vinieron a proteger la escuela de un asalto violento, que a mí me tocó vivirlo en la mesa electoral más cercana a la puerta. Pero no sólo fueron los torturados como Jesús Alsérreca y sus compañeros los que se hicieron presentes. Cuando salimos de la secundaria nos dimos cuenta de la cantidad de ciudadanos que estaban allá, protegiendo el voto ciudadano.
La presencia ciudadana desincentivó el fraude de una forma clave.
En relación a los tribunales electorales. No soy abogado… sin embargo cualquier error, o situación irregular les va a costar inhabilitaciones y otro tipo de penas. Es cuestión de que los hechos se hayan argumentado de forma oportuna.
Espero haber contribuido con estas reflexiones a responder alguna duda; o por lo menos a que dialoguemos sobre estos aspectos libremente.
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