8 de septiembre de 2016
La generación política que fue sustituida por Félix González Canto en el año 2005, encontró una razón de ser a su etapa política, y respondió a los problemas de su época. A principios de la década de los años setenta los habitantes de Quintana Roo no llegaban a 100.000 personas, pero tenían identificado como problema la necesidad del autogobierno. Los hijos de los habitantes de Chetumal y Cozumel, y algunos de Carrillo Puerto, ya tenían estudios superiores y reclamaron el Estado Libre y Soberano y el autogobierno. Durante años gestionaron el impresionante crecimiento del estado, y supieron forjar y aprovechar oportunidades para todos, consolidándose una burguesía importante, al cobijo de una serie de familias y apellidos que se repitieron a lo largo de los años en la vida económica y política del estado.
A partir del cambio de siglo ese impulso se fue agotando, y los problemas políticos que enfrentó la sociedad fueron totalmente diferentes. La “nueva generación de políticos” no supo entender que el estado había crecido en población, y que las circunstancias políticas y sociales eran totalmente diferentes.
La renovación del Partido Revolucionario Institucional, así como de los principales lugares de gobierno, se nutrió de hijos acomodados de las familias tradicionales, de “juniors” y de otros que al regazo de los anteriores tuvieron un ansia escalofriante por ganar dinero, y superar complejos de clase de una forma rápida y rotunda. Esta generación no se fijó en las circunstancias cambiantes del estado, ni en los nuevos problemas que la ciudadanía tenía que enfrentar. Se enriquecieron, abusaron del poder, fueron autoritarios y se olvidaron de la gente.
Mientras tanto a Quintana Roo ya no la reconocía nadie. Por una parte, las Universidades públicas empezaron a generar sus efectos. Un gran número de jóvenes universitarios, capaces y profesionales; que no provenían de las familias tradicionales, no encontraron espacios laborales, o se vieron obligados a ocupar espacios subordinados, mientras sus compañeros, mucho más mediocres, pero con “pedrigree” se llevaban las direcciones y las subsecretarías. El resultado de esto ha sido un aumento del desempleo muy grande, el desplazamiento hacia el norte del estado de muchos jóvenes del sur, y el resentimiento en las capas inferiores de la burocracia administrativa al servicio del gobierno del estado. Por otra, el norte se dedicó al turismo, y a los servicios, generando grandes desigualdades; y el sur, una vez destruido el comercio, y muy disminuido el mundo rural, a la actividad gubernamental; que no tardó en entrar en quiebra. En lugar de diversificarse la economía, los políticos se dedicaron a diversificar sus formas de ingresar recursos económicos para ellos mismos, y a la gente se la olvidó.
Como todos los problemas que tratan de ignorarse, el descontento creció y creció; y en lugar de ser gestionado con políticas oportunas, el autoritarismo se agudizó, reprimió y llegó a niveles surrealistas. Finalmente, la burbuja explotó, y el PRI, ignorante, y sin esperarlo, vio como todo el sueño de una generación política se derrumbaba, y como los ciudadanos, a los que despreciaron, se alzaban y empujaban (especialmente en el sur del estado) cambiando su voto. Éstos en 2016, apoyaron a una opción política diferente, integrada por gente de aquí y de allá, a los que les unía algo en común: el desencanto y el hartazgo por una generación política que desaprovechó su oportunidad histórica por mejorar la dinámica social del estado.
Los nuevos diputados se han apresurado en promover políticas populares, como que no exista fuero, o que las sesiones del congreso dejen de ser discretas y se publiciten. Todavía impresionados por la ola que les ha llevado al poder, quieren hacer las cosas bien, y ofrecer acciones que sean bien vistas por la población. Eso es bueno.
Sin embargo, debe recordarse: Quintana Roo cambió. Ya no se gobierna para 88.000 personas como en los setenta; el universo poblacional de es 1,550.000 ciudadanos, más o menos. Los políticos deben abrir los ojos y los oídos, y tratar de identificar de forma correcta los problemas que realmente afectan a la ciudadanía. Si lo hacen pasarán a la historia, porque se habrá reconducido el rumbo; si no lo hacen y no se atienden problemas reales… después de este momento de euforia…. La burbuja del descontento seguirá creciendo, y volverá a reventar más adelante.
Ojalá y se entienda de forma plena tanto el mensaje ciudadano, como la verdadera misión que debe desempeñar la nueva clase política que va a asumir el poder después del tsunami social que se está viviendo en el estado.
Add Comment