Libertad para elegir a un equipo de gobierno y libertad de expresión.

28 de septiembre de 2016

Por fin tenemos un nuevo gobernador en Quintana Roo. Por otra parte, como no podía ser de otra manera, CJ hizo publico su equipo de gobierno.
La represión ha sido tan grande, y las ganas de cambio tan intensas, que era absolutamente normal la expectativa de la gente por conocer el equipo de personas que acompañará en esta nueva etapa al gobernador.
Al inicio de la campaña me preguntaron que porqué apoyaba a CJ con tanto entusiasmo, si al final sería más de lo mismo. Mi respuesta, que publiqué en alguna columna, fue: es posible que sí pero por lo menos que se cambie el equipo actual de personas que abusan del poder.
Por supuesto, siempre queda la esperanza que el cambio sea completo, y que el futuro colectivo sea mejor para todos, porque el gestor es solvente. De momento no se puede todavía señalar si nuestra sonrisa se verá satisfecha, pero desde luego se cumplió con la idea de «derrocar al tirano». Eso me llena de orgullo porque en el caso de Quintana Roo, sí puede señalarse que fue la movilización popular la que hizo posible este cambio. Ahora es demasiado pronto para emitir un diagnóstico sobre el nuevo gobierno, y en cierta forma estoy de acuerdo en que hay que dar un periodo de gracia al gobernante y a su equipo.
Sin embargo, en estos días estoy leyendo columnas muy acertadas. Los verdaderos periodistas del estado, que los hay, están encontrando una ventana de oportunidad para escribir con libertad. Se quedaron sin censura, y todavía no se establecen las reglas del juego del nuevo periodo. Ello está haciendo que muestren su calidad y me alegra.
No estoy de acuerdo que a CJ se le ayuda callando y apoyando todas sus decisiones de forma confiada. Tampoco estoy de acuerdo con las venganzas, con los «balconeos» estilo jacobino, ni con la falta de respeto. Ni en las redes, ni en la calle, ni en la prensa.
Estoy convencido que la forma en que los ciudadanos tenemos de apoyar nuestra gobernabilidad es señalando nuestras opiniones, y advertir nuestras impresiones.
Nadie dijo que gobernar era sencillo, y eso CJ lo sabe porque tiene experiencia. Es su derecho, como mandatario, elegir a los que le han de acompañar en el ejercicio de su gobierno; y el de todos el de usar de forma prudente nuestra libertad de expresión para señalar lo que opinamos de cada una de las acciones que se impulsen (más en este momento histórico)
¿Qué me gustaría? Que CJ escuchara sin ruidos de aduladores, ni de cortesanos interesados. Que sus asesores fueran competentes. Que decidiera bien, y que como él mismo ha señalado, en el caso de cometer errores (lo que es normal), estuviera dispuesto a rectificar. Me gustaría que en el fragor de la locura, en la que se convierte el ejercicio de la política, decidiera con tranquilidad, y lo hiciera bien.
Repito lo que he señalado en otras ocasiones. La fe, la esperanza y la caridad son virtudes cristianas muy útiles en algunas circunstancias; pero no en política. La legitimidad se obtiene en las urnas, pero también con resultados, y con decisiones oportunas. Lo contrario, te deslegitima, como hemos vimos en el caso de Borge y de Peña Nieto. CJ ha conseguido mucho crédito político, pero en el casino del ejercicio público, éste, se gasta muy rápido si no se juega y actúa de forma adecuada.

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