Ayer Daniel Ortega refrendó su dictablanda en Nicaragua. Mañana Hillary ganará la presidencia de los Estados Unidos.

7 de noviembre de 2016

En México se mira hacia el norte, cada día más se cuestiona al poder local; y se ignora lo que pasa en Centroamérica.

Muchos desconocen lo que pasa en el Norte, por prejuicios, por falta de información, o por otras razones (sin embargo, todos estamos atentos). Casi todos opinan sobre lo que sucede en México; pero comprender la lógica de lo contradictorio sólo está hecha para los verdaderos iniciados (no hay quién entienda lo que pasa en este país). Sobre Centroamérica el desconocimiento es casi absoluto. A pesar de lo que nos afecta su vecindad, y los problemas que se cocinan un poquito más allá de nuestra frontera, nadie sabe, ni le importa (a mí me han llegado a decir que para qué quiero escribir un libro sobre Honduras, si en México ese tema no importa).

En Nicaragua, uno de los iconos revolucionarios de la guerra fría en América Latina, Daniel Ortega, se ha convertido con su esposa Rosario Murillo en un dictador a la antigua usanza. Marxista apoyado por la fuerza armada y reconvertido al catolicismo más arcaico (a pesar de estar demostrado que violó a su hijastra), también se ha aliado con el empresariado.

Nicaragua sigue compitiendo con Haití y Honduras como el país más pobre de América Latina; manteniendo una curiosa alianza entre izquierdistas lambiscones (los de verdad están en la oposición); «políticos en uniforme», como se señalara hace años, que se habían convertido tanto militares, como policías; iglesia y empresariado (quizás deberíamos hablar también de crimen organizado para tener el dibujo más completo).

Sin oposición, y con un 30% de participación electoral, Daniel Ortega se ha reelegido, mientras René Nuñez, que murió hace unos meses, sigue siendo el Presidente de la Asamblea Nacional (confirmado después de su muerte, con su ataud presente en la cámara de representantes). Quizás, quién sabe, la esposa del señor presidente lo convoque de entre los muertos para tomarle protesta en este nuevo periodo.

En Estados Unidos mañana se vota. Éstas son una elecciones extrañas. Un empresario loco, contra una política clásica. Un demagogo ofensivo, contra el «establishment» menos carismático. La izquierda más radical, y «visionaria» apuesta por Donald Trump, y se alía con la derecha (así como una suerte de PAN-MORENA); mientras que la gente realtivamente sensata suspira por la «estabilidad» que representa Clinton…

Lo de menos aquí es sí puede llegar por primera vez una mujer a ocupar la oficina de la Casa Blanca… Ahora lo que está en juego es que un demente llegue a la oficina oval, y empecemos a «divertirnos» con sus salidas de tono por todo el orbe mundial (aunque hay algunas empresas mexicanas, ya deben estar haciendo presupuesto para contruir el dichoso muro, con la benevolencia de los gobernadores fronterizos -es un negociazo que de verdad, a éstos sí les puede sacar de pobres para toda la vida-).

Las encuestas dan una proyección del voto muy cercana entre uno y otro, con Hillary Clinton mostrando una pequeña delantera.

Sin embargo, estas encuestas reflejan el espacio nacional. Como ustedes saben el Presidente de los Estados Unidos se elige por voto mayoritario en los Estados de la Unión. Cada estado tiene un número de delegados que resultan de la población existente. La suma de los delegados obtenidos en los estados es lo que decide el Presidente en una Convención.

El fin de semana estuve con un profesor universitario de origen mexicano que imparte clases en los Estados Unidos. Me comentó que las posibilidades reales de Trump eran de entre un 10 y un 20 por cierto. Si el maniático del muro no gana los estados de Pensilvania y Colorado, se despide de la presidencia. Mi ex-jefa en Washington, a la que también me topé este finde, estaba bien molesta con Trump y tampoco le veía muchas posibilidades. Por su parte otro de los que fue también mi jefe por esos rumbos, ex- militar texano, más republicano que Ronald Reagan, me pidió por facebook asilo en Chetumal si Trump ganaba (Bob siempre ha sido un poco cínico).

La verdad es que salvo la gente de izquierda radical, y algún que otro comentarista «inteligente» mexicano, no tengo ningún conocido que tenga la intención de apoyar a Trump.

Si la lógica se impone mañana Hillary Clinton será proclamada presidente de los Estados Unidos. No nos irá mejor que con Obama, pero creo que tampoco nos irá peor. La política muchas veces carece de lógica, y no se puede negar que hay mucho gringo loco que quiere a Trump, pero esperemos que la sensatez prevalezca. Si Hillary llega a ser presidenta, será por sus méritos, no por ninguna cuota de género. Eso a mí me alegra particularmente.


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