20 de enero de 2017
El día de ayer, jueves 19 de enero, campesinos del municipio de Bacalar cortaron la carretera federal y dejaron incomunicada a la ciudad capital con el resto del estado. Desde las oficinas gubernamentales se puso el grito en el cielo y se señaló que el conflicto lo había promovido Raymundo King de la Rosa (al que lo hacen más eficiente de lo que es), y sus aliados priistas en el municipio, con el objetivo de desestabilizar al gobierno de Carlos Joaquín.
He de confesar, que hasta que he visto la entrevista que Gregorio Yupit Pinzón, le hizo el día martes 17 a Manrique Rodríguez Ventura, líder de la Confederación Nacional Campesina de Bacalar (CNC), no había acabado de entender el problema.
El descaro y el cinismo que manifiesta Manrique en esa entrevista es pasmoso. Los campesinos de las 56 comunidades de Bacalar exigen un pago del Gobierno en calidad de “siniestro” correspondiente al año pasado 2016. Esta exigencia está motivada en que año con año se les ha estado pagando por parte del Gobierno la contingencia … y esta ocasión, señala Manrique, no se les ha pagado. La aseguradora debe determinar qué tierras cultivadas han sido afectadas por alguna calamidad. Si éstas no han sido productivas, se tiene que pagar unos 2.500 pesos por hectárea, de unas 11.000 que están registradas ante la aseguradora. Sin embargo, los ejidatarios, acostumbrados año tras año a que el Gobierno del estado cubra la situación, no aseguraron este año las cosechas. Afirma Manríquez, tras alguna contradicción, que, en esta ocasión, los papeles del seguro no entraron a trámite, porque, por cuestiones de cambio de Gobierno les daban largas administrativas. A continuación, señala: “las administraciones pasadas nos pagaban el mes de diciembre … era como un remanentito, como un aguinaldito para el campesino que no tiene sueldo”. Remata su esperpento, en relación a la solución que se dio en José María Morelos y Carrillo Puerto, con una sentencia épica: “aquí en el estado o todos coludos o todos rabones”, amenazando que si no hay apoyo se harán plantones y los ejidatarios tomarán el palacio de gobierno.
Bacalar es un municipio extenso, en el que la producción agrícola no es uniforme a lo largo del mismo. En palabras de una ejidataria que no desea ser citada, hay zonas muy trabajadas, en donde sí aplica el siniestro porque el Comisariado Ejidal puede comprobar que sembraron las hectáreas correspondientes en donde se hubiera perdido la cosecha. Sin embargo, hay zonas del municipio, especialmente en el área de influencia de Miguel Alemán, cercano a la zona limítrofe, que además es zona forestal protegida no apta para la agricultura, en donde en sus palabras: es una “robadera” del ejido, y de los comisariados ejidales, porque éstos meten documentación de todas las personas que viven allá, se haya plantado o no. Eso pasa no sólo con los siniestros, sino con diferentes apoyos federales y estatales, que se manejan como negocios. Hay personas que ni siquiera viven en el ejido desde hace diez o quince años, que residen en Estados Unidos o que han fallecido y de los que aparecen las firmas en las reuniones del ejido y tienen credencial de elector de la comunidad.
Manrique Rodríguez Ventura es conocido en Bacalar por ser el propietario de un “asador” de carne en la carretera. No consta su actividad agrícola, pero fue promovido por el anterior alcalde del municipio José Alfredo “Chepe” Contreras como dirigente de la CNC. De hecho, es interesante la defensa que el líder campesino, hace del alcalde priista, cuando éste fue acusado en julio del año 2016 de malos manejos administrativos; al acusar en diferentes medios de comunicación de corruptos a los que encabezaban las protestas, lo que confirma su relación con el liderazgo priista local.
Sin embargo, en mi opinión, más que una maniobra del PRI para desestabilizar al gobierno, lo que no tiene sentido porque quedan seis años de gobierno por delante; hay indicios de que este tipo de movilización pudiera responder a una lógica de poder interna de la Confederación Nacional Campesina (CNC), que parece va a renovar liderazgos en Nicolás Bravo -que posiblemente sumaría ejidatarios de esta comunidad en futuras movilizaciones-; y otra asistencialista, manipulada por algunos comisarios ejidales, que ven los apoyos gubernamentales como una forma de obtener recursos adicionales.
La violencia verbal y física empleada el día de ayer en el corte carretero y el exceso de consumo de alcohol por parte de unos cuantos ejidatarios, son alguno de los ejemplos de una organización deficiente, tendiente a lo caótico, que no hace sino deslegitimar un movimiento que quizás, en algunos casos, pudiera tener sentido. En las redes sociales, la antropóloga Tania Casa Madrid, una reconocida activista social, señaló cómo había sido agredida verbal y físicamente, al acercarse a platicar con ejidatarios de comunidades con las que interactúa. Según su versión, líderes de la concentración provocaron a la gente para que tanto ella, como una compañera suya fueran agredidas, a gritos que indicaban la consigna: “que las linchen”. Unos minutos después la propia delegación de Gobierno que llegó a negociar con los ejidatarios fue atacada, obligándose a Miguel Ramón Martín Azueta, Jefe de Oficina del Gobernador, a firmar un documento bajo amenazas, y golpes menores (como señala la oficina del vocero de Gobierno). Esto ha concluido, de momento, con el no reconocimiento del compromiso, y con la “congelación” de soluciones negociadas al conflicto.
Llama la atención que entre los líderes que coordinaron el bloqueo carretero, se encuentren sólo unos pocos ejidatarios que se ganen el sustento con la actividad agrícola. También es significativo, la importante presencia de ejidatarios de la comunidad de Miguel Alemán, que como se ha señalado es una comunidad protegida, en la que no se puede cultivar productos agrícolas. Según se nos ha señalado, entre los organizadores encontramos a Juan Sepúlveda Palacios, subdelegado ejidal, y líder de la CNC. Éste es un comerciante de Miguel Alemán, propietario de una agroveterinaria, que además se mueve en el ambiente artístico al ser integrante del grupo “Los tres de Guerrero”. José Barajas Martínez, ex subdelegado de Miguel Alemán, tampoco es campesino; se dedica a la ganadería y es propietario de varias placas de taxi. Antonio Aburto Ávila, antiguo delegado ejidal de Miguel Alemán, se dedica a la ganadería. Ismael Cruz Álvarez es jornalero; Leonardo Flores López se dedica a la ganadería. Rosa Alicia López, una conocida líder y activista priista; se dedica a la ganadería, y al comercio, al ser propietaria de una tienda en la que se expenden cervezas. Por su parte, el actual Comisario Ejidal de Miguel Hidalgo, Amador Morales Reyes, así como Eliseo López Solorio, sí siembran maíz, aunque complementan sus ingresos con la actividad ganadera.
Esta crisis ha mostrado varias cosas. Por una parte, la secretaria de Gobierno ve fantasmas políticos, en donde debería ver intereses mucho más mundanos. Ha mostrado torpeza negociadora, e incluso el secretario López Mena ha cometido un importante error político al calificar a todos los campesinos de alcohólicos irresponsables. Por otra, los Comisarios Ejidales, especialmente los que han liderado este movimiento, han dejado claro que su interés, más que el de desarrollar una actividad agrícola productiva, es el de recibir “dinero” por parte del Gobierno, no importando si ello se deriva de una simulación, o de una situación verídica y justificada. Han engañado y utilizado al campesinado del municipio de Bacalar, al que condenan, con estas actitudes a mantener una agricultura de subsistencia poco rentable, sin perspectivas de futuro, y ligada al apoyo gubernamental.
Estas actitudes deben cambiar. Veremos cómo evoluciona la crisis. Diálogo y sensatez deben presidir las pláticas. Ofrecer dinero a cambio de silencio es un error. Entregar apoyos e impulsar proyectos productivos integradores es mucho más inteligente, y provechoso para el futuro del campesinado, y del Estado. Ojalá los campesinos entiendan que sus intereses pasan por una estrategia en las que sus capacidades se fortalezcan a medio plazo, y no se dejen utilizar por líderes, que hasta el momento han demostrado pocos escrúpulos, y escasas intenciones de apoyar el crecimiento productivo de sus comunidades.
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