31 de enero de 2017
Comentaban ayer en “Zona Pública” que el PRI y el PVEM se estaban “suicidando” en Chiapas al dejarse llevar por cuestiones personales. Los protagonismos y el no pensar en el mejor candidato, dividía la coalición, y le ponía en bandeja de plata a MORENA el triunfo en esta entidad. Lo mismo se comentaba sobre el priismo guanajuatense, y ello pudiera derivarse a muchos estados que se presentan en la República, y a diferentes corporaciones políticas.
Son muchos los casos en qué las cuestiones “personales”, y los intereses de grupos, de “fraternidades” que se autocalifican de discretas, pero que tienen mucha fuerza entre las elites o de cualquier otro tipo de grupo de presión organizado, prevalece, sobre la sensatez y el objetivo de cualquier coalición electoral. Éste no es más que el de ganar el proceso electoral. La grilla mal entendida, genera malos candidatos, y ello lleva a la derrota.
Eso lo hemos vivido de forma descarnada en Quintana Roo. Roberto Borge se empeñó en ejercer su aparente poder, y convirtió a CJ en un mártir. Ello, unido a unas cualidades personales innegables, convirtieron a éste en un buen candidato; y logró derrotar al PODER en mayúsculas la elección. Sin embargo, quedó claro, que el margen no fue muy amplio, e incluso sufrió derrotas, en todas aquellas posiciones en las que un mal candidato se presentó frente a la ciudadanía.
Es muy claro que la gente valora a los candidatos y cada vez más vota de forma inteligente, cruzando incluso sus preferencias: los candidatos SÍ importan.
Se señalaba ayer también en “Zona pública” que en Guanajuato y en Yucatán se presumía entre los panistas que, aunque presentaran a Mickey Mouse como candidato, obtendrían la victoria. Aunque Mickey no deja de ser un ratoncito simpático; muchos institutos políticos han lanzado a competencia a verdaderas ratas no tan agradables (como señalaría el lenguaje popular, o los caricaturistas de la comarca). Durante muchos años han conseguido el triunfo electoral, pero ello cada vez es más complicado, porque como he señalado más arriba los candidatos SÍ importan en estos momentos.
Es natural que los grupos de poder luchen por sus privilegios, y traten de defender que su gente se sitúe en posiciones de salida. Sin embargo, ¿ello garantiza que se va a obtener el triunfo electoral? ¿Sirve de algo presentar candidatos desgastados y repudiados por la ciudadanía?
En esta columna no quiero entrar a valorar ningún candidato en particular, únicamente pretendo, que, si ustedes tienen a bien, reflexionen un poquito, y se tomen el tiempo, sin visceralidades ni prejuicios, de pensar sobre el tema. ¿De qué sirve presentar a un candidato perdedor, que persigue intereses particulares, y que no tiene ninguna interacción con la ciudadanía? ¿Creen que la gente no se da cuenta que la foto es fingida, y que éste en el fondo desprecia al potencial votante que tiene en frente? Ello, como señalé más arriba, quedó muy claro en el anterior proceso electoral, y generó consecuencias.
A pesar de ser él mismo un buen candidato, CJ no logró arrastrar a los candidatos que no eran buenos; y si ganó el proceso fue porque en algunos lugares, su coalición presentó buenas cartas.
He comentado en diferentes columnas y posts que muchos de los nombres que suenan, para el próximo proceso electoral, pareciera que hayan sido elegidos para perder la elección.
El caso más llamativo es el de MORENA, que, amparándose en sus políticas nacionales, y en unas encuestas, que nunca han dejado clara su metodología, no paran de cambiar sus “posibles”, en una guerra interna, que va a lograr el infarto de más de uno, y que se ha complicado sobremanera con la firma de los acuerdos de coalición. En cierta manera, ellos son los que reflejan de forma más evidente todo este relajo, al jalar a sus filas a connotados priistas, y personalidades de otros institutos, famosos por el cuestionamiento social que cargan, pero que tienen los recursos económicos necesarios para pagarse sus campañas electorales.
A pesar de ello, la definición de los candidatos en el resto de las coaliciones no ha sido muy diferente. A veces pareciera que casi todos están jugando a perder, sabiendo que alguien va a obtener el triunfo. El PRI ha sido el partido más disciplinado en esta ocasión, aunque sus candidatos siguen representando a grupos de poder condenados por la ciudadanía, y no van a tener muchas opciones de triunfo, por mostrar una clara falta de voluntad renovadora.
Muchos políticos se han ofrecido al “mercado”, y los partidos han actuado como equipos de futbol en plena temporada de contrataciones. Pareciera que los requisitos que han prevalecido en su elección han sido: sus recursos económicos para hacer campaña, los grupos de presión que les apoyan, y la grilla de más bajo nivel; que busca que éstos mantengan el nivel de vida al que están o estaban acostumbrados en su calidad de funcionarios. ¿En dónde queda en este escenario el interés colectivo, la vocación de servicio, y la ciudadanía?
Piénselo bien en el momento de las decisiones. La gente cada vez opina con más claridad. Las redes sociales, sólo son un espejo de un movimiento, que logró sacar del poder a un PRI prepotente y corrupto en Quintana Roo. Si quieren ganar, piensen en candidatos reales, porque sólo éstos van a conseguir llevar a la gente a las urnas. Esta reflexión les va a llevar a obtener mejores resultados, que el dejarse llevar por oscuros grupos de poder; algunos de ellos con tintes mafiosos muy tristes. La gente sabe quién es quién y actúa en consecuencia.
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