23 de marzo de 2017
Es sencillo opinar y, sin embargo, es difícil concretar políticas, y muy probable equivocarse. Lo que no se debe hacer, porque es un error grave, es frente a los problemas renunciar, y esconder la cabeza como el avestruz; ni mirar hacia otra parte, como si la fiesta no fuera contigo.
En Quintana Roo hay poca transparencia y claridad en lo concerniente a las políticas de seguridad pública. El Gobernador y el Secretario de Gobierno se contradicen entre ellos. El subsecretario Joaquín González Castro dice que este tema no es chamba de su jefe. El Fiscal General es discreto, y como que pareciera que no tiene vela en este entierro. ¿Cuáles son las propuestas políticas del experimentado policía Rodolfo del Ángel? Por cierto, ¿alguien sabe algo sobre el general Eduardo Bahena Pineda? ¿sigue en Quintana Roo? De perdidos sería útil que hicieran públicos las opiniones de los costosos despachos de consultoría que apoyan al Gobierno de Quintana Roo en temas de seguridad pública; y que se presentara una justificación inteligente sobre los dos mil millones de pesos que Juan de la Luz y sus socios quieren invertir en tecnología de video vigilancia, mientras la policía estatal y las municipales se encuentran en un lamentable estado de profesionalización. Por cierto: ¿es cierto que quieren crear una especie de policía comercial para rentársela a los empresarios como si fuera un servicio de protección privada?
En Quintana Roo ni los policías de carrera, ni los militares que se introducen en temas de seguridad pública, ni los políticos con otro perfil profesional, son capaces de explicarnos qué está sucediendo con el crimen organizado, ni cuáles son las estrategias para enfrentar el problema. Por una parte, unos dicen que no hay que alarmar a la población, ni a la comunidad internacional; por otra nuestros “rambos” locales se dedican a seguirle el juego al crimen organizado, respondiendo a la agresión en plena vía pública, a los ojos de ciudadanía, y de la comunidad internacional. Lo más lamentable, es que hay otros que piensan que esto de la seguridad es un buen negocio del que pueden sacar tajada, y no les importa lo más mínimo ni el estado, ni las consecuencias que pueden tener una política deficiente de seguridad pública.
Cada vez se escuchan más personas que señalan: “en Cancún ya no se puede vivir”. Incluso en Chetumal, la situación se torna complicada. En los últimos años, compañeros de dos de mis hijos han perdido a su papá debido a una muerte violenta. ¿Nos tenemos que acostumbrar a esta situación? ¿No tenemos derecho a conocer de una política transparente, responsable y coordinada de seguridad pública?
Quintana Roo tiene que tener voluntad política para fortalecer la policía estatal. No tiene sentido hablar de mando único, si no contamos con una policía profesional. Se ha de abandonar la simulación y la demagogia de una vez por todas. El estado debe mantener las policías municipales que pueda sostener, y crear cuerpos policiales eficientes. Los cuerpos policiales no son agencias de empleo barato. Son instituciones que deben ofrecer un servicio muy serio, y que deben contar con medios y condiciones laborales adecuadas para los integrantes que la conforman.
Debe fortalecerse la inteligencia y actuar en consecuencia. Las policías locales, conocen el terreno, y el riesgo al que se enfrentan. Saben en donde viven los “chicos malos”, como los calificaría Trump. Éstas deben colaborar con la Policía Federal, y arrinconar al crimen organizado en sus territorios. Se les debe sacar de sus casas, con un uso racional de la fuerza, y no enfrentarlos en las principales avenidas de la ciudad.
El miedo de la clase política sólo abona el crecimiento del crimen organizado. La falta de profesionalidad policial, y de voluntad política para emprender la reforma sin simulaciones, sólo contribuye al crecimiento del crimen organizado. La corrupción de los funcionarios, y la loca búsqueda del negocio por el negocio sólo contribuye al crecimiento del crimen organizado.
En este asunto todos nos jugamos mucho. No es justo que no se asuman las responsabilidades, ni que se improvise. ¿No querían gobernar? Pues háganlo y no se escondan. Nadie dice que sea sencillo, pero es necesario que la ciudadanía recupere la tranquilidad y la confianza… por lo menos eso les deben a los que confiaron en ustedes y les apoyaron electoralmente.
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