Pocas novedades en la escenografía priista presentada en la Asamblea Nacional del PRI

12 de agosto de 2017

Discursos sin chispa; sin ideas. Gestos tardíos y sin entusiasmo. Voces altisonantes hacia el vacío; vivas al PRI y a México. Sin gancho y sin fuerza real.
El priismo mostró hoy en la ciudad de México que está dispuesto a presentar batalla; que tiene músculo y recursos. Se presentó como un «grande» del futbol que sale a la cancha a mantener el resultado, confiado que con su oficio es capaz de imponerse (aunque sea por la mínima).
No gustó ni a los suyos, que se dormían sin disimulo, a los que no les importaba que les cerrasen las puertas para acceder al espacio principal, y que sonreían forzados… con cara de: «cuando nos podemos ir».
En mi opinión, el PRI, ha dejado pasar esta semana una gran oportunidad de tratar de reinventar el centro ideológico político del país. Sin embargo, quizás es lo mejor, o lo único que pueden hacer en estos momentos.
El desgaste de este gobierno es tan grande, frente a la imagen pública, que posiblemente todas las opciones que se presenten están condenadas a no ser creíbles.
Sin embargo, el PAN y el PRD no están mejor; y López Obrador es el de siempre (aunque ahora le acompañan priistas, panistas, perredistas, petistas.. y todo aquel que se aparece diciendo que «arrastra» a mucha gente).
La victoria por la mínima en un Estado de Mexico que casi daban por perdido los priistas, y la falta de competividad de los adversarios políticos, hace que no sea para nada descabellado pensar que el PRI con el apoyo «extraoficial» de sectores de otras fuerzas políticas, tenga la ilusión de mantenerse otro sexenio en Los Pinos.
Enrique Peña Nieto decidió el candidato al Estado de México, y todo indica, si no se presenta otro escándalo en el camino, que también decidirá el candidato priista para el 2018. Los notables del partido, por su parte, tampoco quieren ceder el poder. Quizás, piensan con esperanza que los sacrificios de Duarte y Borge ya han servido para entretener al personal un ratito (por lo menos hasta las elecciones del 2018).
El sistema político mexicano debe verse electoralmente «sacudido», como ha pasado en otros países.. pero no se vislumbra en el horizonte esa posiblidad. Ahora sí: por lo menos desde la posición de este comentarista, «todos son iguales» (con honrosas excepciones individuales); y tendremos que eligir entre el menos malo. Ya no hay mucho tiempo para experimentos.
Sí me parece urgente y necesario que desde las diferentes opciones partidario-ideológicas se entienda la importancia de tomarse mucho más en serio la idea de gobernar por el bien común. Son muy importantes los cambios futuros.. y deberían ponerse las bases.
De momento, el proceso electoral que viene, parece que será de nuevo un combate clásico. Tosco, poco agradable y fundado en la desconfianza.
Si hace unas semanas veía clara una victoria de López Obrador; ahora no la veo tan clara. No por las buenas propuestas del resto… sino por la debilidad de todos. En este escenario, todo puede pasar; excepto lo importante; que la clase política entienda la urgencia de hacer las cosas de forma diferente.
La ciudadanía va a seguir frustrada y los políticos (gane el que gane), seguramente no van a cambiar su estilo de hacer las cosas.

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