¿Merece la pena … ?

1 de noviembre 2018

Ayer me preguntaba una persona a la que respeto mucho si merecía la pena seguir escribiendo sobre el Gobierno de Quintana Roo, y sobre sus políticos dañados. El argumento, emitido y recibido con cariño, es que las cosas no iban a cambiar, y sin embargo, a mí si me podía pasar algo malo.

Lo mismo podría decirse sobre el periodo que viene en la política mexicana. ¿Merece la pena señalar las barbaridades autoritarias de López Obrador y los representantes que han sido electos? El nivel de represión va a ir aumentando (tiempo al tiempo) y el de la frustración de la gente también.

También pudiéramos señalar que es absurdo seguir impulsando la democratización del sector defensa, o el que las corporaciones policiales funcionen de mejor manera.

Hoy me llevaron a ver la maravillosa pelicula «Coco». No la había visto. El chamaco cantor, del que como su bisabuela confundo el nombre, no podía evitar agarrar la guitarra y cantar… lo llevaba en sus venas; estaba en su sangre hablar cantando (porque era la forma de ser escuchado).

Un poco me pasa lo mismo que al niño, hay algo que me lleva a contar cosas; a escribir, a tratar de entender y explicar.

Sé que no voy a cambiar nada … que muy probablemente no «merezca la pena» … pero si hay a alguna persona que le interese conocer mi opinión… pues que la lea y que le aproveche… Si hay alguien que le incomode …pues ya sabe lo que tiene que hacer …

Creo que la democracia es un modelo de gobierno más eficiente que el autoritario. Muchos de los países que seleccionan a sus representantes en procesos electorales periódicos son autoritarios. Creo que la libre expresión es un valor básico.. y que se han de contar las cosas como se ven.

Sin temor a equivocarme, puedo afirmar, que fuí uno de los primeros joaquinistas que señaló los graves errores en los que estaba incurriendo éste en su administración. Mis escritos no cambiaron nada; sin embargo, con el paso de los meses, la mayoría de los quintarroenses están de acuerdo en que el cambio no cambió nada. Hay un grado de frustración muy grande. Ojalá nuestros buenos deseos se tradujeran en mejores servidores públicos, pero eso no es tan sencillo.

La vida, lamentablemente, no es un asunto de buenas intenciones. Es otro el rollo. No sé si merece la pena seguir contando historias e interpretando nuestra vida política, pero seguiré haciéndolo porque es lo que mejor sé hacer, porque mi sangre me lo reclama… y porque le tengo un gran cariño, y una deuda impagable a mi tierra adoptiva quintanarroense y mexicana.

Nunca he sido nacionalista; los países, los espacios los integramos personas. Si no nos quedamos callados, quizás las cosas vayan cambiando (aunque solo sean las personas que tengan cargos los que lo hagan).

De momento, un gobierno que no escucha, como es el de Carlos Joaquín González y sus «asesores» lleva camino de convertirse en uno tan repudiado como el de sus antecesores. Es una lástima, y alguno puede pensar que exagero, pero también me tiraron a loco cuando empecé a señalar los problemas en la elección del equipo de transición hace ya más de dos años.

Hay algo que aprender de las recientes elecciones brasileñas: el fracaso del modelo de partidos tradicional dio alas al populismo de izquierda; el fracaso de éste ha dado.vida al populismo de derecha. El electorado no ha cambiado. El cansancio lleva al castigo que penaliza a los políticos que no gestionan los problemas reales de las personas. Quizás es una de las razones por las que si merece la pena seguir escribiendo… aunque sea desde la modestia del facebook y de.los grupos de whatsaap.

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