La Rectoría de la Universidad de Quintana Roo siempre ha sido un botín para la clase política de Quintana Roo y ha querido ser controlada por el Gobernador en turno. Eso no es ningún secreto para nadie. Mientras no exista voluntad de “democratizar” la vida de la máxima casa de estudios del Estado así será. En este “viaje” ha tocado de todo. Buenas y malas administraciones; sin embargo, la UQROO se ha ido consolidando, y son cada vez más el número de egresados que no sólo se reparten en toda la geografía estatal, sino que han salido del estado a estudiar sus posgrados. Varios son los han obtenido doctorados en las mejores instituciones de México, y algunos en el extranjero; y unos cuantos son profesores de diferentes planteles de educación superior en todo el país. Puede decirse que Quintana Roo cuenta con una Universidad pública sólida.
El gobierno de Carlos Joaquín González ha tenido muchas oportunidades para hacerlo bien en diferentes aspectos de la gobernabilidad del Estado; y sin duda ha contado con la colaboración de funcionarios honestos que han tratado de hacerlo correctamente en diferentes secretarías y dependencias. Sin embargo, en general, la percepción de la ciudadanía es que fue engañada por un político que prometió un cambio en la forma de hacer las cosas; y que no ha cumplido de ninguna manera. Muchos de sus colaboradores, se han convertido en un lastre para la imagen y para los resultados de esta administración.
La elección que en este verano se resuelve sobre el futuro rector de la Universidad de Quintana Roo sigue esta lógica al pie de la letra. Se han presentado varios candidatos, pero todo el mundo es consciente de que al ex secretario de gobierno le “tocó” ser el próximo rector. No ha destacado por ser un buen secretario de gobierno; desde que lo nombraron ha sido fuertemente criticado por su incapacidad, y el gobernador ha respondido señalando que los pactos políticos le obligaban a tenerlo en esta posición tan relevante. López Mena nunca ha tomado decisiones importantes; y en un contexto de fortalecimiento de la figura política de Juan de la Luz Enríquez Kanfachi (que cada vez deja más sólo al gobernador), y de la búsqueda de pactos con MORENA finalmente éste es prescindible.
La salida política del panista es la rectoría de la UQROO. A López Mena se le ve feliz, como un adolescente enamorado; pero es más torpe e ingenuo que el joven Cavendish en el western “Slow West”. La gestión de la UQROO es más parecida a “El Infierno” de Damián Alcázar, y quieren mandar a Blancanieves a cantar en coro con los enanitos en plena primavera de Disney.
La gota que ha derramado el vaso es el tremendo ridículo que hizo López Mena en el programa conducido por Julián Santiesteban en SIPSE Radio. No tiene plan de trabajo para presentarlo a la Junta Directiva; no tiene idea de lo que es la Asociación Nacional de Instituciones de Educación Superior (ANUIES) -menos mal que no habló del Consorcio de Universidades Mexicanas (CUMEX)-. No conoce los indicadores de evaluación de la UQROO. Le vale un cacahuete lo que es el Sistema Nacional de Investigadores, y por si fuera poco confunde la Universidad del Caribe, con la Universidad de Quintana Roo. Lo peor del caso es que eso no va a tener consecuencias, y que el gobernador va a seguir apoyando a un candidato que no tiene la menor idea del lugar que va a gestionar. Es más grave todavía que el Gobernador no se haya dado cuenta que López Mena le ha dejado a él en ridículo, y lo ha evidenciado.
En un mundo autoritario como es el de la clase política tradicional, López Mena está acostumbrado a la adulación, y a la subordinación. No conoce el mundo universitario, ni la capacidad de “cuestionar” que tienen los universitarios. Es por ello que somos maestros, y que tratamos que nuestros estudiantes, piensen por sí mismos. Es la única forma de hacer avanzar al país en sus diferentes dimensiones.
Frente a la resistencia, el político tradicional piensa que cortando una o dos cabezas, y sobornando a quien se deje ya tiene suficiente para mantener el rancho en paz. Lo primero lo hicieron con Xavier Gamboa, cuando quiso organizar el sindicato de maestros, y lo segundo lo han hecho de forma recurrente con algunos personajes muy cercanos al actual sindicato universitario. No creo que en esta ocasión les sea tan sencillo. No porque los maestros sean héroes, o vayan a aguantar el pulso hasta arriesgar sus carreras profesionales, sino porque existen otros medios mucho más eficientes para presionar, y la gente está cansada.
Para el gobierno del estado lo peligroso no es una revuelta sindical, o un paro de labores; sino que los universitarios hagan su trabajo bien hecho y empiecen a analizar científicamente las políticas públicas que se han estado desarrollando en el estado en los últimos años. El gobernador no debería menospreciar el talento universitario con tanta ligereza.
He señalado en reiteradas ocasiones que no soy partidario de la autonomía universitaria de la UQROO. En el fondo, ninguna institución de educación superior en México lo es. Ni siquiera las más conocidas. La dependencia económica del gobierno limita el margen de maniobra-, pero hay muchas formas para entenderse y respetar a la comunidad universitaria.
La UQROO sigue siendo una institución “pequeña”, y son pocos los académicos que reúnen un perfil que combine las características básicas que debe tener un rector: tener conexiones políticas, capacidad de conseguir recursos, ser un buen gestor, conocer la docencia y valorar la investigación y la libertad académica. No se puede negar que los profesores universitarios son ciudadanos y personas normales; con ambiciones, en algunos casos legítimas y en otras no tanto. Varios integrantes de la comunidad universitaria están desempeñando cargos en la administración actual, y no han destacado por hacerlo mejor que sus predecesores. A pesar de ello, la administración gubernamental debería saber llegar a acuerdos con la comunidad: ¿cuántos buenos académicos ha perdido la UQROO por la frustración y por el autoritarismo? A alguien le debería importar este punto.
En estos momentos, como muchos de mis compañeros, soy pesimista. No soy nadie para hablar por los demás, ni lo intento; pero el gobierno no debería ver la elección del rector de la Universidad de Quintana Roo como un asunto de Estado. Debería entender lo que es y significa el mundo universitario, y lo beneficios que comporta el que lo dejen desarrollarse de forma natural.
Ahora hay molestia en la comunidad universitaria, pero no hay ninguna rebelión. En la UQROO no existen grupos, excepto algunos muy pequeños que se van acomodando a las circunstancias. Todo el mundo se conoce, y sabe muy bien quién es quién. La comunidad integrada por académicos, administrativos y estudiantes únicamente quieren respeto. Por primera vez en muchos años, se están guardando las diferencias porque el sentimiento de cansancio, compartido por la sociedad, es más profundo que las desconfianzas.
¿Tan difícil es dejar la simulación a un lado y llegar a acuerdos entre las partes?
Add Comment