¿Un pacto por el sur de Quintana Roo?

4 de enero 2020

Ya toca regresar a chambear de nuevo, y la paz que se ha respirado estos días en la Bahía de Chetumal, que hacía que se confundieran el agua y el cielo, se va a enturbiar de nuevo en muy poco tiempo.

La gente está de nueva cuenta pasiva, después de la frustración que han generado el gobierno del cambio, y los gobiernos municipales de MORENA. El escepticismo se ha vuelto a instalar, y la mayoría, como en el pasado quiere salvar su trabajo.

Muchos de los actores políticos de siempre se situaron al lado de CJ o de AMLO, y las formas de hacer política siguen siendo las mismas. Nada ha cambiado visiblemente y eso genera frustración (pasa lo mismo en todo el país).

¿Se pueden hacer las cosas de forma diferente? Eso es lo que la gente aparentemente quiere, aunque no deja de pedir algo concreto a cambio de su voto. Ello hace que todo se complique porque en el fondo no facilitamos el que las cosas cambien con nuestras demandas.

En una de las conversaciones que tuve estos días (que fueron varias más de las fotos que he subido al face), un actor politico importante me señalaba que los chetumaleños son tradicionalmente comerciantes, pero no inversores. Que perdieron la oportunidad de invertir en Cancún, Playa y en el propio Chetumal (algunos si se sumaron a este esfuerzo).

Su crítica iba más lejos. Las élites chetumaleñas impedían el desarrollo, porque sin dar nada a cambio esperaban todo, y criticaban a los de «afuera» que querían hacer algo.

Los que me leen saben que soy un ferviente defensor del crecimiento del sur del Estado; sé que algunos se molestarán con estos comentarios, pero hay que reconocer que en algo tienen razón los críticos.

Continuaba mi interlocutor señalando que el chetumaleño, en general, se siente con el derecho de pedir trabajo, sin estar capacitado, y es un gran chantajista.

Como profesor de la Universidad de Quintana Roo, en su campus de Chetumal, me he encontrado a muchachos valiosos, y muchos se han desaprovechado, o han tenido que salir de la ciudad para encontrar trabajo. Las puertas no se les abrieron, en la mayoría de los casos por no formar parte de las familias tradicionales, o por no tener contactos.

Chetumal ha crecido mucho. Las colonias populares son cada vez más extensas; y todos ellos, aunque no tengan los apellidos tradicionales de los pioneros, son tan chetumaleños como los primeros.

Chetumal fue un tierra de oportunidades. Muchas de las familias de los que hoy forman parte de las élites políticas tradicionales, llegaron, no hace tanto tiempo, con parecidas condiciones económicas que los recién llegados, y pudieron salir adelante. El comercio, el gobierno y otras actividades menos reconocidas fueron los determinantes de ese desarrollo.

Es importante entender que no sólo el mundo ha cambiado. También la ciudad es totalmente diferente, y debe de dejarse de esperar del Gobierno la receta del cambio. También lo es que sin el esfuerzo de una mayoría las cosas seguirán igual.

La gente se movilizó y corrió políticos y gobernantes; y éstos, cómo el agua, supieron encontrar de nuevo su cauce. La verdad es que ni siquiera algunos de estos políticos tienen la culpa de que el mundo se mueva como lo hace, y ellos sólo siguen la corriente, porque enfrentarse no lleva a ningún lado.

¿Cómo se puede impulsar este cambio verdadero?

Debe establecerse un pacto entre el Gobierno, para que no entorpezca; los empresarios para que inviertan y la gente para que sea razonable, trabaje lo mejor posible y haga despegar al sur. En este pacto debe existir la menor simulación posible.

Ello no es probable y estas líneas son una lista de deseos irreal. Las autoridades políticas actuales sólo piensan en enriquecerse. Los empresarios no quieren perder dinero en apuestas arriesgadas y la ciudadanía no confía en nadie.

Sin embargo, no tenemos de otra. ¿De qué sirve el orgullo herido si la gente no tiene trabajo?

A ello se une otro gran problema que debemos prever.

El Sur del estado ha sido paso tradicional de contrabando y drogas. El cártel de Sinaloa ha presidido la plaza muchos años y las cosas han estado tranquilas. Todo indica que otros grupos del crimen organizado quieren instalarse en esta plaza. Si ello es así, las cosas puede que se pongan peor en relación a la violencia.

CJ ha demostrado que las críticas, sean éstas bien o mal intencionadas no le afectan. Esta muestra de carácter, le ha llevado a ser un pésimo gobernante, que ni ha sido sensible, ni ha sido capaz de escuchar a sus gobernados. Quizás nunca le interesó.

Me gustaría señalar como malos funcionarios a Juan de la Luz, Capella, Alamilla, Martha Silva, Ana Vázquez, a la secretaria de Sanidad (que aún siendo compañera mía en la UQROO no recuerdo su nombre).

Sin embargo, lo difícil es señalar tres o cuatro casos de buenos funcionarios (aunque sí los hay).

Ya nos demostró el Gobernador que nunca midió a su gabinete, que no corrió a nadie por incompetente y que con ello mintió.

Tiene carácter para mantener en su puesto a los más incompetentes. Le mando mis respetos. Ĺástima por Quintana Roo y por el Sur del Estado.

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