8 de abril 2020
Te preguntan de dónde vienes y adónde vas. Si no tienes credencial de elector no pasas. Si eres de Chetumal, pero tu acompañante no lo demuestra, tampoco pasas. Si llevas niños, por el bien de los mismos, afirman, también te niegan el paso.
Cuando has demostrado que tienes credencial, te miran con algo de desconfianza e inicia el interrogatorio sobre cuestiones personales que no les incumben en nada, para ver si te agarran en una mentira o en alguna contradicción.
No hay termómetros para medir la temperatura. No hay consejos para no contagiarte ni para no exponer a los demás, no hay información escrita.
El filtro sanitario consiste en un ejercicio de represión autoritario, y poco inteligente que sólo sirve para simular que se está protegiendo a la población.
Saliendo de Chetumal las preguntas son parecidas; ya no tienes que enseñar la credencial. Se supone que estás saliendo de un lugar bien peligroso, y que vas hacia lo desconocido sin la bendición de Dios. Te preguntan otra vez de dónde vienes y adónde vas, y los porqués, y los porqués no.
No te muestran instrucciones escritas de la autoridad que señalen que tienen la potestad de hacerte las preguntas que hacen, y entran en pánico si les cuestionas porque no saben cómo responder.
La sensación es que dependes de la percepción subjetiva de un policía, que no tiene idea a qué le mandaron y cuya preocupación no tiene nada que ver con la salud de la población, sino con la represión que le han dicho que tiene que aplicar (para algo debe servir la fuerza pública).
Las tendencias autoritarias de los gobernantes a nivel estatal y municipal son enfermizas y muestran no sólo su falta de sensibilidad, sino de sentido común frente a la crisis.
El gobierno federal señala que no hay estado de sitio, ni militarización del espacio público; a pesar de que han encargado a los militares muchas funciones de dirección de hospitales y logística.
En Quintana Roo, las autoridades, que no tienen la menor idea de cómo reaccionar, establecen controles de salud, que no son controles de salud, ordenan toques de queda, prohíben venta de alcohol, cortan vías públicas y reprimen sin ser conscientes de la complejidad que experimentan sectores sociales importantes que en pocos días no va a tener ni comida ni agua para poder hidratarse.
La respuesta al miedo colectivo, no está en la represión, la exclusión, la estigmatización o en la prohibición. Está en la información, en la prudencia solidaria, y en pensar un poquito, usando el sentido común.
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