Imparable la violencia en México

El periodo entre el año 2018 y junio del 2021 ha sido el más violento de la historia de México. En los seis primeros meses del 2018 hubo 16,050 homicidios, en los del 2019 16,768, en 2020 16,193 y en 2021 15,723. La estabilidad mensual en los altos números de homicidios es escalofriante. Si nos fijamos en años completos el año 2019 fue el más violento con 33,333 casos, le sigue 2020 con 32,059, y 2018 con 31,748.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) tiene una metodología para contabilizar los diferentes delitos que las fiscalías estatales les remiten. En el caso de los asesinatos, en algunas entidades federativas hay una clara intención de no entregar datos correctos (por falta de resultados en la gestión de la seguridad pública, o por otros motivos). Ello hace que el indicador tradicional de “homicidios dolosos” para comparar la violencia en el país no sea adecuado. Para comparar los números de forma más precisa hay que restar los fallecidos por accidente de tránsito a los homicidios en general.

Hay dos formas de interpretar los asesinatos: en relación a tasas por 100.000 habitantes (utilizando en este caso la población que arroja el censo del 2020), o analizando el número total de los mismos. Se han de combinar las dos perspectivas para tratar de comprender en dónde se concentra el mayor número de violencia homicida en el país.

En tasas por 100.000 habitantes, en 2019 las cinco entidades federativas más violentas fueron, en este orden, Colima (90.6), Quintana Roo (71.7), Baja California (69.9), Guanajuato (59.2) y Chihuahua (58.7). En el año 2020 Colima (76.2), Baja California (70.5), Quintana Roo (65.0), Chihuahua (62.1) y Guanajuato (59.9). Hasta el mes de junio Baja California, Colima, Zacatecas, Quintana Roo, Chihuahua, Sonora y Guanajuato, seguidos por Morelos y Michoacán son los que presentan cifras más altas en 2021.

En números reales Guanajuato con 12,603 homicidios entre el año 2018 y junio del 2021 encabeza las estadísticas, seguido por Baja California 9,535, Estado de México 8,087, Chihuahua 7,431, Michoacán 6,900, Jalisco 6,878, Veracruz 6,251, Guerrero 6,150 y Oaxaca 4,480. En entidades federativas menos pobladas son alarmantes los números de Quintana Roo 3,960, Sonora 3,938, Tamaulipas 3,231, Morelos 2,968, Sinaloa 2810, Zacatecas 2,419 y Colima 2,088. A éstos se han de sumar los desaparecidos, que se encuentran en fosas clandestinas a lo largo y ancho de la geografía nacional, y los que no han sido convenientemente registrados por las autoridades: de unos y de los otros se desconoce con exactitud su cantidad.

¿Qué explica el incremento y luego la estabilidad de la violencia homicida? La expansión de diferentes grupos del crimen organizado y su lucha por el territorio; y la ausencia del Estado. El fracaso de la reforma del sistema nacional de seguridad pública, que se impulsó en los sexenios de Calderón y Peña Nieto, ha llevado a que se carezca sobre el territorio de policías estatales y municipales confiables y útiles. La actual administración ha optado por dejarlas a su suerte, y organizar una Guardia Nacional, que trata de consolidarse a las carreras, para cubrir un amplio abanico de misiones.

De momento el resultado es que se están manteniendo con una ligera alza los niveles de violencia del año 2018; y que las alarmantes estadísticas de asesinatos se mantienen en los territorios tradicionales (Baja California, Chihuahua, Michoacán, Estado de México, Sinaloa, Oaxaca, Jalisco, Morelos y Guerrero) y se trasladan a zonas que en otras épocas eran más tranquilas y que en este momento se encuentran en el ojo del huracán (Guanajuato, Colima, Quintana Roo, Sonora, y Zacatecas). Por otra parte, encontramos territorios como Veracruz y Tamaulipas, que son dos grandes cajas negras, en los que los datos que se publican no son confiables. Una de las rutas más importantes de tránsito de migrantes indocumentados atraviesa ese territorio, y es conocida tanto la peligrosidad de la misma, como la fuerte presencia del crimen organizado, por lo que los moderados datos que nos arroja el SESNSP deben ser cuestionados.

En relación a otras muertes traumáticas no podemos restarle importancia a las que se producen por accidentes de tránsito. El 26.2% de las muertes violentas en México se provocan en las carreteras y ciudades del país. A esta cifra fatal se ha de sumar las consecuencias para los que resultan lesionados en estos accidentes, y los innumerables choques e incidentes que se producen en todo el país y que no se denuncian, o no llegan a las carpetas de investigación. Entre el año 2018 y junio del 2021 son 40,900 personas las que han perdido la vida por esta causa. Frente a ello, el Estado y las entidades federativas guardan silencio, y no implantan medidas de educación vial, ni estrategias que traten de aminorar esta sangría de fallecidos.

¿Cuáles son los números en las ciudades “más violentas” de México?

A partir del año 2017 se inició una nueva etapa de agravamiento de la violencia en México. Los principales sitios turísticos de playa del país fueron durante afectados. Los Cabos (111.2) y La Paz (84.8) en Baja California Sur fueron considerados ese año entre los municipios más violentos del mundo. Acapulco en Guerrero les acompañó (106.6). Cancún (34) y Playa del Carmen (30) en Quintana Roo, iniciaban en ese año, una escalada de homicidios de la que todavía no han logrado escapar. Puerto Vallarta en Jalisco, por su parte, no entró en esta dinámica (13.4), de la que saldrían los municipios de Baja California Sur a partir del 2018.

Entre el año 2018 y el 2021 entre los núcleos urbanos mayores a 500.000 habitantes de México son los municipios de Guanajuato los que aumentan sus tasas de violencia homicida de una forma más sostenida. Así Celaya presenta tasas de 47.2 en 2018, 56.4 en 2019 y 105 en 2020. Irapuato de 87.5 en 2018, 84.2 en 2019 y 71.5 en 2020; y León, la ciudad más poblada de la entidad federativa, de 30.2 en 2018, 34.5 en 2019 y 41.7 en 2020.

Entre las ciudades turísticas mexicanas, Acapulco sigue siendo un centro de conflicto muy importante, a pesar de mostrar una curva descendente homicida (118.1 en 2018, 84.7 en 2019 y 48.1 en 2020); mientras que Cancún, contrariamente, aumenta sus índices (61.2 en 2018, 81 en 2019 y 66.2 en 2020).

Tijuana (Baja California) y Ciudad Juárez (Chihuahua), que tradicionalmente han tenido un comportamiento muy violento, recuperan una dinámica que se había moderado en la primera mitad del gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018). En el primer caso, en el año 2018 la tasa fue de 114.5, en 2019 de 101.5 y en 2020 de 96.5. En Ciudad Juárez en 2018 fue de 67.1, en 2019 de 85, y en 2020 de 94.6. Otros focos de violencia importantes son Culiacán en Sinaloa (50.6 en 2018, 45.5 en 2019 y 40.9 en 2020); Morelia en Michoacán (35.2 en 2018, 39.6 en 2019 y 47 en 2020); Chihuahua en el estado de Chihuahua (30 en 2018, 35.4 en 2019 y 36.7 en 2020); y Reynosa en Tamaulipas (41.7 en 2018, 39.7 en 2019 y 31.7 en 2020). 

La tendencia en los seis primeros meses del 2021 señala, en este orden, que Tijuana, Ciudad Juárez, Celaya, Cancún y Acapulco, siguen siendo las concentraciones urbanas con mayores tasas de homicidios en México.

Las tasas de homicidios son incluso más alarmantes para las personas que habitan en ciudades con una población menor a 500.000 habitantes. En el estado de Quintana Roo, Tulum (53.5 en 2018, 143.4 en 2019, y 194.8 en 2020) y Playa del Carmen (34.1 en 2018, 100 en 2019 y 72.2 en 2020) se suman a los altos índices homicidas que presentaba Cancún. En el estado de Colima, la evidencia de la gran violencia que se está viviendo se refleja en Manzanillo (111 en 2018, 138.7 en 2019 y 144.5) y Tecomán (216.2 en 2018, 156.2 en 2019 y 81.5 en 2020). En Guanajuato, no sólo son las grandes ciudades de la entidad las que muestran tasas muy altas: Salamanca tuvo 135.7 asesinatos por 100.000 habitantes en 2018, 141.2 en 2019 y 150.3 en 2020; Silao, 88.4 en 2018, 85.5 en 2019 y 59.4 en 2020. 

Las estadísticas de Ciudad Obregón en Sonora (53.2 en 2018, 74.9 en 2019, y 94.4 en 2020), Uruapan en Michoacán (44.6 en 2018, 75.1 en 2019, y 63.3 en 2020), Zacatecas, en el estado de Zacatecas (50.8 en 2018, 30.7 en 2019 y 58.2 en 2020) y Cuernavaca en Morelos (28.8 en 2018, 45.7 en 2019 y 37.8 en 2020), muestran como la violencia regresa a espacios tradicionales, o se mueve de unas entidades federativas a otras, afectando espacios que no eran violentos no hace mucho tiempo.

Finalmente es importante mostrar los casos de Tamaulipas y Veracruz. Es difícil creer la reducción de la violencia en unos territorios en los que tradicionalmente la violencia ha estado muy arraigada, sin haberse realizado políticas de seguridad pública distintas a las de las otras entidades federativas. En Tamaulipas, según el SESNSP, en Ciudad Victoria se pasó de 86.1 en 2018, a 44.6 en 2016, y a 10.5 en 2020. En Tampico las tasas serían de 12.8 en 2018, 10.1 en 2019 y 5.7 en 2020, lo que quiere decir que “únicamente” fueron asesinadas 38 personas en 2018, 30 en 2019, y 17 en 2020.  En el caso del sur del estado de Veracruz, también son difíciles de creer la reducción de tasas de Minatitlán (40.7 en 2018, 45.6 en 2019 y 35.9 en 2020) y especialmente de Coatzacoalcos (62.4 en 2018, 44.2 en 2019 y 26 en 2020). Del mismo modo sorprenden las tasas de la capital de la entidad Xalapa, por las moderadas tasas que presenta (23.7 en 2018, 17.2 en 2019 y 14.3 en 2020).

La tendencia en los primeros meses del año 2021 señala que nuevamente Tulum, Ciudad Obregón, Manzanillo, Zacatecas, Playa del Carmen, Uruapan y Salamanca encabezan el número de homicidios en el país, entre las ciudades con menos de 500.000 habitantes.

México tiene a varias de sus ciudades entre las que se consideran más violentas del mundo. La clase política ha renunciado a reformar el sistema nacional de seguridad pública, que implicaba transformar las policías estatales y locales, y contar con una estrategia clara de seguridad. Por otra parte, se está viviendo un recrudecimiento de la lucha de los diferentes grupos del crimen organizado, que no se ha detenido frente a la pandemia del COVID-19. En este contexto, la Guardia Nacional, de momento, no ha logrado controlar la inseguridad, y es muy probable que las fiscalías de varias entidades federativas no estén integrando de forma adecuada sus carpetas de investigación, por lo que los datos del SESNSP no logran reflejar la realidad homicida de una forma precisa.

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