En México no hay ninguna transformación del sistema político

10 de marzo 2022

 

Si las cosas no cambian en el último minuto, dos ex alumnos de la Universidad de Quintana Roo, y de su servidor, van a competir por el Distrito XIV para tratar de obtener una diputación. Erika Cornelio por MC y Fausto Canto por el PAN.

Los dos fueron buenos alumnos, los dos son buenas personas y tienen una vocación política muy arraigada desde su etapa universitaria. Fausto se hizo conocido como uno de los líderes en contra del aborto, y desde sus tiempos en la facultad ha sido un conservador sin complejos y un auténtico martillo de herejes. Erika se ha hecho muy conocida liderando el movimiento feminista quintanarroense, y no sólo no se ha perdido, sino que ha liderado, prácticamente todas las manifestaciones y movimientos a favor del aborto y del movimiento feminista en el sur de Quintana Roo. Desde la Universidad ha participado en política, muchos años en el PRI, y otros muchos como activista social. Ninguno de los dos proviene de las familias políticas tradicionales; sino que lo hacen de familias económicamente discretas, como son las de la mayoría de los quintanarroenses. Ninguno de los dos ha sido representante popular electo, y sin embargo los dos son conocidos porque han realizado un trabajo político importante a lo largo de muchos años.

El día de ayer leí una columna en la que se atacaba a Erika y se le acusaba de “chapulina” y de perseguir el “hueso”. Se le señalaba que había estado en el PRI, que luego había coqueteado en MORENA, y que ahora Movimiento Ciudadano le iba a cumplir “el capricho” de poder competir por una diputación.

¿Cómo se puede ser tan ignorante o tener tan mala leche? El sistema de partidos políticos en México tradicionalmente ha privilegiado a un puñado de familias, y últimamente a los que tienen los recursos suficientes para comprar una candidatura. La transformación de forma de hacer política que prometió Andrés Manuel López Obrador, es una gran mentira, y las cosas se siguen haciendo de la misma forma que siempre. Tratar de ser representante popular no es un capricho para los que a lo largo de los años han mostrado una participación política sostenida en diferentes esferas. Es el reflejo natural de una vocación política de servicio público.

Los partidos políticos tienen intereses, hacen pactos, buscan equilibrios, y normalmente han demostrado que no están para gestionar los problemas de la mayoría de las personas. En ese sentido el PAN quizás es el único partido político en México que se ha reservado una parcela ideológica consistente, que es el conservadurismo tradicionalista. Para los pobres, que tienen una vocación política real, no queda de otra que al activismo en la sociedad civil, o aceptar en su caso la propuesta de algún partido político que requiere de una figura conocida para tratar de presentarse a la competencia partidaria. A pesar de ello, en la mayoría de las ocasiones, siempre llega alguien de “familia poderosa”, o con “billete”, que está dispuesto a perder la elección por la soberbia de estar en la boleta. ¿Puede llamarse “chapulín” al que trata de abrirse un espacio para poder incidir y desarrollar su vocación política? Yo creo que no. Otra cosa, son los saltimbanquis profesionales como Marybel Villegas que sí han ocupado puestos de representación popular, que han demostrado que su interés está muy alejado al de los ciudadanos y además son capaces de defender diferentes discursos con la misma pasión en un lado u otro.

No soy una persona de extremos ideológicos. No estoy de acuerdo con el conservadurismo político de Fausto y mucho menos con su actitud de “cazador de herejes”; y tampoco estoy de acuerdo con el feminismo que defiende Erika, ni con algunos otras de sus convicciones políticas profundas. Sin embargo, a los dos les respeto totalmente, y además a los dos les tengo un gran afecto. En mi opinión, desde su posición política, son representantes de una generación joven de quintanarroenses, a los que les está costando mucho abrirse espacio político, y que pueden representar de forma real a los ciudadanos.

Gobernar es algo muy complicado, sin embargo, es más probable hacerlo de forma efectiva con personas que genuinamente tienen vocación política. Vivimos en un contexto en el que nos sentimos con la obligación de ponerla la tapa a la cubeta, e impedir que los cangrejos con iniciativa puedan salirse de la misma. ¿Quién levanta al final la tapa? Los que tienen dinero, o provienen de familias tradicionales. Es por esa razón que no salimos del hoyo en el que nos hemos metido.

Celebro que este caso, dejen competir a Erika y a Fausto. Que sea la ciudadanía la que decida sobre sus propuestas. En mi opinión ese es el único camino para tener una clase política que realmente se preocupe por gestionar los problemas reales de la gente.

 

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