Héctor Valdés sigue preso en el reclusorio oriente de la CDMX. Tiene buen aspecto y no se descuida. Perfectamente afeitado todos los días, su cama está tendida, su aseo personal es impecable y tiene todas sus cosas ordenadas. No hay polvo en su espacio personal.
Ahora se encuentra en una celda aislado. Recibe la comida que provee el sistema penitenciario, y tiene la posibilidad de comprar, aunque sea a precios elevados, latas de atún, leche, jugos y otros alimentos básicos. Quién sabe cuando comió la última comida caliente, porque no tiene forma de calentar los alimentos, pero se encuentra físicamente en buen estado. A veces se le va la luz o el agua tres o cuatro días, pero en general se dedica a limpiar su espacio, a leer y a dejar pasar los días con relativa tranquilidad.
Le cayó una condena de seis años, en un caso en el que la persona que lo acusó nunca se presentó al juicio, porque según Héctor es una persona influyente, con muchos recursos económicos y poder político. La juez le ofreció declarse culpable y reducir su sentencia a cuatro años, lo que hubiera implicado salir de prisión, pero Héctor no lo aceptó.
Cuando estaba en población, en una celda compartida, estaba más feliz. Había chinches, provocadas por las maderas que ponen en sus catres los internos para tener un poquito de intimidad. Él quitó las tablas, adquirió nuevas maderas, las pintó y arregló el espacio común; y así las chinches desaparecieron. En prisión puede comprarse de todo, a precios muy elevados, pero se puede conseguir. En la zona dos incluso hay tres restaurantes de lujo, en el que se come un mejor salmón que en Polanco.
Héctor Valdés quiere aprovechar este espacio para mandar un mensaje a sus amigos, especialmente a sus amigas. Dice que sigue siendo el mismo de siempre. Que no tiene nada de que avergonzarse, porque no violentó a nadie. Le importa que llegue este mensaje alto y claro, porque sí le preocupa lo que sus amigos y amigas piensen de él.
Está contento con el apoyo que la Comisión Nacional de Derechos Humanos y este medio de comunicación le han ofrecido. Dice que por lo menos ello le ha salvado la vida en un par de ocasiones. La CNDH está impulsando una investigación por tortura, y se siente satisfecho en el sentido de que se siente relativamente protegido.
Su abogado fue asesinado hace un año. Quién sabe porqué o por quién, pero ello le hace preguntarse cosas.
Como respuesta a los audios que fueron publicados por este medio de comunicación Héctor Valdés fue visitado por el Subsecretario del Sistema Penitenciario del Ciudad de México Enrique Serrano Flores. Éste llegó acompañado del director de la prisión y de varios guardaespaldas a señalarle a Héctor que mentía en sus audios. Fue grosero y prepotente. Acusó a Héctor de amenazarlo y lo grabó en su video del teléfono a través de la puerta de rejas que cerró para el efecto. Después le dijo que quería ser su amigo, y le ofreció comodidades como una televisión. Héctor le dijo que no quería amigos, pero que sí quería de regreso las cosas que le habían incautado, que le costaron unos 20,000 pesos adquirirlas. Serrano se molestó y le dijo que su salero era sospechoso, y le preguntó que porqué sus medicinas de la presión, entregas por el servicio médico de la institución, tenían colores diferentes.
Héctor está tranquilo, pero siente que le pueden sembrar cualquier cosa o inventarle un delito para aumentar la condena. De hecho, con mucha tranquilidad señala que cree que no va a salir vivo de prisión, por lo cual quiere que se cuente su historia. Es cierto que se sabe que el sistema penitenciario mexicano es muy corrupto, pero él quiere explicar su verdad; lo que sus ojos ven, porque eso es lo que le da sentido a la vida que está pasando en prisión.
Ya no se pregunta sobre porqué le construyeron el caso. Entiende que el ex alcalde de Tulum Víctor Mas se encuentra muy ofendido con él, y ahora observa con estupor como éste se va acercando al presidente Andrés Manuel López Obrador. Curiosamente el fiscal general de Quintana Roo Oscar Montes de Oca Rosales, tuvo cargos muy importantes en el sistema de justicia de la Ciudad de México, y el actual secretario de seguridad pública de Quintana Roo Lucio Hernández Gutiérrez ocupó una responsabilidad muy importante en el Reclusorio Oriente en que Héctor se encuentra interno. Todavía se recuerda entre los internos el poder que tuvo, y la compañía irregular que creó y dirigió.
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