¿Por qué se puede afirmar que los datos que el gobierno de Quintana Roo entregó al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) están manipulados?
El rubro de homicidios que presenta en sus incidencias delictivas el SESNSP divide éstos en dolosos y culposos. La cifra que en México se acostumbra a usar para medir la tasa por cien mil habitantes es la de homicidios dolosos. Esto tiene que ver con la circunstancia que entre los culposos se encuentran accidentes de tránsito, homicidios involuntarios o suicidios. El global integrado del rubro refleja los fallecidos por causas violentas en general, mientras que los dolosos se concentran en los que fueron cometidos con intención de asesinar.
La manipulación y el maquillaje de información es algo muy frecuente en diversos giros de la administración pública. En el caso de los homicidios se puede observar una deficiencia clara en la información presentada por nueve entidades federativas: en un grado más severo Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo, Chiapas, Oaxaca y Guanajuato; y en uno más discreto Michoacán y Guerrero. Esta circunstancia, derivada bien de la manipulación política, o de la falta de capacitación de las fiscalías, lleva que para establecer una comparación acertada del número real de homicidios que existen en el país, se tengan que recurrir como una cifra aproximada al número total de homicidios por cada entidad, restándole, en todo caso el importante número de personas fallecidas en accidente de tráfico.
La categoría de homicidios culposos se subdivide en las siguientes categorías: “con arma de fuego”, “con arma blanca”, “accidente de tránsito”, “con otro elemento”, y “no especificado”. Lo habitual en todas las entidades federativas, menos en las señaladas, es que aparezca algún caso en los dos primeros rubros y un número importante en “accidente de tránsito”. No es común encontrar números en “con otro elemento” y no “especificado”, porque ello supone el reconocimiento de un trabajo poco profesional. Por otra parte, en el contexto de la importante ola de violencia que existe en el país, es muy difícil encontrar un estado en el que los homicidios “involuntarios”, superen el número de los dolosos.
En Quintana Roo en el año 2016 hubo 165 dolosos y 113 culposos; en el 2017, 359 y 138 respectivamente; en el 2018, siguiendo la lógica del incremento de ejecuciones relacionadas con el crimen organizado, encontramos 736 dolosos y 136 culposos. De forma sorprendente la tendencia se revertió y en el 2019 el incremento de los homicidios en el Estados se repartió en 685 considerados como dolosos y 815 como culposos. En el 2016 hubo 95 fallecidos por accidente de tráfico, en el 2017 fueron 134, en el 2018, 139 y en el 2019, 177.
¿A qué se debe el cambio en la tendencia? En este último año resulta que en Quintana Roo se reconocieron 3 homicidios culposos “con arma de fuego”, 2 “con arma blanca”, 177 “en accidente de tránsito”, 375 “con otro elemento”, y 260 “no especificado”. Esto quiere decir que no se explica cómo fallecieron de forma violenta 635 personas. Sólo hay dos explicaciones: falta de profesionalidad o manipulación. Me inclino a pensar que es el segundo caso.
Ha sido muy recurrente en la presente administración estatal afirmar que hay personas interesadas en dañar la imagen de los destinos turísticos del Estado señalando que se exagera el incremento de los homicidios. Se ha seguido la técnica del avestruz, escondiendo la cabeza, esperando que la tormenta escampara. Se han intentado diferentes líneas de acción: la relacionada con la instalación de cámaras de videovigilancia; la dirección de la policía estatal por policías de carrera, por militares, e incluso por una “estrella mediática” como lo es Jesús Alberto Capella. El llamado a la policía militar y a la Guardia Nacional; o la estrategia de unificar las policías municipales bajo el mando único han sido otras medidas implantadas. También ha habido una estrategia de silenciamiento de voces críticas y de periodistas independientes, a través de la transferencia de recursos económicos y finalmente se ha llegado a la manipulación grosera de la información oficial.
¿Por qué han aumentado de forma tan dramática los homicidios en Quintana Roo? ¿Por qué no ha dado resultado el mando único?
México en general ha iniciado una nueva espiral de violencia, que tiene que ver con la guerra de los diferentes grupos del crimen organizado por las plazas y las rutas de tránsito de drogas. Quintana Roo es una importante área de consumo, especialmente por los polos turísticos, pero además forma parte de la ruta tradicional del tránsito de las drogas hacia los Estados Unidos. La llegada de nuevos grupos del crimen organizado, que se interesaron en Quintana Roo tras el ascenso al poder de la actual administración, y la lucha por el territorio derivada de esta situación es lo que se encuentra detrás del aumento de los homicidios.
El lamentable estado en el que se encuentra la policía del estado de Quintana Roo, conjuntamente con el de las corporaciones municipales, y una clara falta de estrategia exitosa es lo que ha abonado para que Quintana Roo se encuentre en la situación en la que está. El mando único policial fracasó antes de su implantación por diferentes razones: el grado de penetración del crimen organizado en las policías locales, el lamentable estado de profesionalidad y de condiciones para trabajar en la que se encontraban, y por supuesto, también el arrogante estilo de liderazgo del secretario de Seguridad Pública, que desde el día que llegó amenazó y faltó al respeto a los integrantes de la corporación. ¿Cómo se pueden forjar lealtades y compromisos con estas actitudes? Tampoco ha ayudado en esa relación entre mando y policías, los excesos mediáticos del secretario, que en ocasiones ha sido señalado no sólo de buscar hacer brillar su imagen de forma artificial, sino incluso de faltarle el respeto con su burla y sorna a los elementos de las corporaciones policiacas locales.
Entidades federativas como Baja California, Colima, Chihuahua o Morelos, que no logran superar sus problemas de alta incidencia homicida, han preferido no simular y publicar sus datos de forma clara. No es sencillo superar estas situaciones, pero los ciudadanos merecen respeto.
¿Qué gana el gobierno del Estado con este maquillaje? Por una parte, existe el intento de afirmar que el número de homicidios dolosos se ha reducido en relación al 2018, lo que significaría que las políticas de la actual administración están siendo exitosas. Por otra, tratar de no aparecer como uno de las entidades federativas más violentas del país, y “proteger” la imagen del destino turístico y de las inversiones empresariales.
Si se consideran los homicidios en general como un universo de comparación Colima sería el estado más violento del país, seguido muy de cerca por Quintana Roo, y después por Baja California, Guanajuato, Chihuahua, Morelos y Guerrero. Sí únicamente se consideran los homicidios dolosos reconocidos, el orden sería encabezado por Colima, Baja California, Chihuahua, y seguido con tasas muy similares por Morelos, Guanajuato, Quintana Roo y Guerrero.
En el caso de las ciudades más importantes de México las tasas más elevadas de homicidios las tienen en este orden Tulum, Playa del Carmen, Ciudad Obregón, Tijuana, Cancún, Ciudad Juárez, Acapulco, Culiacán, Reynosa, y Ciudad Victoria.
La protección de un destino turístico, es la de su gente. No se debe ignorar la realidad, se han de diagnosticar los problemas y enfrentar los problemas sin simulaciones y con plena conciencia de la situación.
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