24 de octubre 2016
Nuestra bella ciudad capital nos defiende de los extraños. Definitivamente, no es para todos: el clima, el sol, los moscos. No es para todos.
El gobierno va acompañado del glamour de los hoteles de cinco estrellas, del lujo, de restaurantes a todo dar como los de Cancún, como los de la CDMX. Nuestros placeres son diferentes.
Es larga mi experiencia, viéndose marchar a excelentes maestros de la Universidad, por no aguantar nuestra geografía.
¿Aguantarán los fuereños en Chetumal?
¿Soportarán los bajos sueldos? O como hizo Beto, en poco tiempo, ¿las grandes divisiones del gobierno regresarán a Cancún? Él prometió que se quedaría pero sí no confía en los talentos locales, veremos si el curbato surte efectos o la gente empieza poco a poco a regresar a su tierra.
Mientras: el enojo local aumenta.
Los fuereños, especialmente asistentes y secretarias, no tienen la culpa de necesitar un trabajo y desplazarse a donde lo haya y se lo ofrezcan. Tampoco lo tienen los locales, muchos de los cuales están perdiendo o van a perder sus trabajos.
Veremos; de momento es difícil platicar de otras cosas. La gente está nerviosa y tienen razón para estarlo.
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