Carta abierta a un estudiante frustrado

8 de septiembre 2008

Querido amigo,

Hoy te fuiste enojado tras la revisión de tu examen, y recibir la calificación final. Ésta venía condicionada por una serie de reseñas realizaste a lo largo del curso. No era mala la calificación, pero tú creías que merecías más. Del examen no dijiste nada, porque eras consciente de lo que estudiaste y del resultado que obtuviste. Tu promedio para ti, hoy por hoy, es lo más importante y no quisiste escuchar las razones. Te marchaste, sin entender porqué; ¡tus compañeros copiaban tus reseñas –me dijiste-, y obtenían mejor calificación que tú!. Estallaste. Nunca habías comentado que no entendías cuales eran los criterios de evaluación. Simplemente, no te parecía… y te fuiste…sin que te pareciera.

Nuestra relación era buena, y aunque no me enoja, me entristece tu reacción. Tú buen promedio en la carrera no refleja tu calidad actual, ni tu madurez –que me disculparás, pero con cariño quiero decirte, que todavía no ha alcanzado su mayoría de edad-; pero si muestra tu inteligencia, viva y aguda, y. posiblemente tú esfuerzo continuado, comparado con el de tus compañeros. Para alguien que enseña, encontrar en su camino gente inteligente que quiere aprender, de lo mucho o poco que uno pueda aportar es lo más bonito. Para todo profesor que se precie es lo máximo tener un grupito de alumnos que quieran escuchar, que tengan los ojos y los oídos abiertos, y que se dejen moldear.

Lo de pulir brillantes en bruto es una realidad. Nuestra tarea es forjar, es golpear las aristas para que brillen; y eso a veces duele. A ti te duele, y a mi me duele, sobretodo cuando me doy cuenta que un golpe mal dado, o mal recibido, pudo resquebrajar al diamante; quizás la calidad del diamante no era suficiente, quizás el cuidado del forjador no fue el adecuado; pero en todo caso, también los diamantes mal golpeados, pueden llegar a brillar, si al final del proceso muestran que son piezas únicas, especiales…y que deslumbran… Sin embargo para que ello sea posible, los forjadores deben continuar su trabajo, y la joya se debe dejar moldear con humildad hasta el final del proceso.

Se dice que de los errores se aprende; ojala leas esta carta, que está escrita pensando en ti, para que reflexiones, para ayudarte a entender que es una “reseña” –ya que no me quisiste escuchar cuando te marchaste enfurecido-, y porqué evalúo como lo hago. No te la he escrito a ti directamente porque no debo, y porque además quizás pueda servir para que otros compañeros tuyos aprendan, y se dejen moldear desde el principio. Si no quieres regresar, estás en tu derecho, pero si lees esta carta piensa por lo menos sobre lo que estoy escribiendo; abre tu mente y escucha el último tallido que seguramente habré tenido el privilegio de trasmitirte. Para otros compañeros tuyos, sin embargo, quizás éste sea el primero que reciban, porque a partir de ahora me comprometo a que lean esta carta para que sepan lo que espero de una reseña, y la diferencia que hay entre un resumen, una opinión de charla de café, y una crítica académica profesional. También quiero señalar con claridad lo que espero que sea capaz de realizar un estudiante de segundo, quinto y octavo semestre de licenciatura, que son en los que normalmente reciben mis cursos. He de reconocer que por escrito me expreso mejor que oralmente, quizás estas líneas sirvan para evitar confusiones y clarificar lo que pretendo, y por esa razón cuando inicie mis materias me comprometo a en el futuro entregar esta carta a todos mis alumnos y alumnas.

Siempre inicio mis cursos señalando que una de las habilidades que debe tener un estudiante de ciencias sociales es la capacidad de entender textos complejos, y de sintetizar sus contenidos. Si es capaz de pensar sobre ello, y emitir su valoración de una forma ordenada, clara, original y sin juicios de valor gratuitos, será de mucha utilidad para sus futuros empleadores, independientemente del lugar en el que se desempeñe laboralmente. Sin embargo lograr esta habilidad, como todas, requiere de esfuerzo y repetición. Escribir es un oficio que se aprende como todos, practicándolo a lo largo de muchos años.

Es muy común que las primeras publicaciones que un joven académico realiza sean reseñas de libros en revistas especializadas. Ese es el primer contacto con el mundo académico. Es difícil publicar artículos científicos de calidad, y las revistas normalmente tienen dificultades para encontrar quién les reseñe las novedades editoriales; es por ello que muchos se inician, con mucho esfuerzo, ya que la reseña es un género difícil, tratando de mostrar sus habilidades y su potencial redactando reseñas para estos medios. En mi caso, gracias al Dr. Caparrós-Lera de la Universidad de Barcelona, tuve la oportunidad de iniciarme escribiendo críticas de libros y de películas para la revista científica FILM-HISTORIA a principios de los años noventa, y eso me sirvió de gran experiencia y me ayudó a introducirme en este mundo tan complejo.

La reseña crítica debe señalar las aportaciones más importantes del autor que se analiza, y contextualizar las mismas en el seno de la literatura especializada que existe sobre el tema. Una buena reseña, requiere de mucho trabajo, porque el que la realiza debe conocer la literatura existente, y señalar los aportes del autor, encontrando las debilidades de los argumentos, o destacando la originalidad. Lo que nunca hará alguien que reseña científicamente un trabajo es emitir “juicios de valor”, es decir sentirse en la obligación de opinar sobre el material que enfrenta como si estuviera viendo un partido de fútbol con los amigos, y discutiese sobre si hubo penal o no lo hubo. El autor de la reseña tiene respeto por el lector, y por el autor del trabajo reseñado, y no se le ocurre opinar gratuitamente. Debe ser capaz de captar la esencia y la aportación del trabajo, discutirla, y señalar vías posibles de desarrollo de la investigación. La crítica es elegante y original, en ocasiones cínica; es un trabajo profesional sofisticado. Algunas veces uno tiene el honor de ser reseñado por un auténtico especialista en la materia, y discutido por sus pares; esas ocasiones en el que la discusión se presenta de frente, y en el que la polémica se instala en las revistas académicas, es quizás uno de los momentos más bellos de la vida académica; cuando tu trabajo no pasa desapercibido, y tus argumentos se someten al escrutinio de la comunidad.

Es evidente que no podemos pedir este nivel de exigencia a nuestros estudiantes de licenciatura. La estrategia debe ser gradual, y consiste en hacer escribir. Todos los oficios se aprenden por fases, con tiempo y con trabajo. No es prudente subirse en carro último modelo, si uno no ha manejado un bochito de segunda mano, o un batallador tsurito que se deja rayar sin molestarse. Llegarán tiempos, dependiendo del presupuesto personal, en el que podremos manejar un auto de lujo; pero si llegan deberemos respetar el auto haciéndole los honores que su condición requiere. Pero para ello deberemos saber manejar, y ello se logra practicando, gastando gasolina, rayando carros, y asustándonos en alguna maniobra imprudente que en el auto de lujo probablemente hubiera sido fatal, pero que en nuestro utilitario desgastado sólo pasó por un susto… y un suspiro… El oficio de escribir es tan complicado, como el oficio de soldador, o el del herrero. Para ser un maestro es necesario haber trabajado mucho, haber gastado muchos carbones, y haberse quemado en más de una ocasión.

Los estudiantes de licenciatura deben iniciar su trayecto resumiendo. Sintetizando la información que se les encomienda leer, para una vez dominada esta capacidad atreverse con un comentario, que se debe alejar del “juicio de valor”.  El estudiante, poco a poco le debe perder “respeto” al texto y atreverse a cuestionarlo, realizándole preguntas comprometidas. Si el alumno, o la alumna quiere llegar más lejos, sin que el profesor pretenda que ello se convierta en una crítica profesional, porque en la licenciatura el estudiante está iniciando su trayectoria como profesional, y está en pleno proceso de madurez intelectual, puede leer otros textos complementarios que traten sobre la misma materia, y tratar de contextualizar el trabajo. Ello le servirá para darse cuenta de que no hay verdades absolutas, y que los autores presentan muchos puntos de vista, que si están realizados con profesionalidad –lo que no siempre ocurre-, enriquecen el debate sobre una cuestión determinada.

El realizar resúmenes en esta fase es fundamental para mostrar que el estudiante captó lo principal del texto. Y si bien es verdad que en muchas ocasiones el que realiza el trabajo se limita a “mal copiar” algunas frases del texto, el hecho de que “copie” las frases más significativas, y que rescate lo significativo del mismo, ya es suficiente, y señala que supo encontrar lo importante. En ocasiones, los más ambiciosos, o los que quieren optar por una calificación más elevada, tratan de aventurarse con un comentario sobre el texto; sin embargo, a pesar de la buena voluntad, es común que en lugar de buscar las preguntas que plantea el texto, se limiten a emitir un “juicio de valor”, como si se estuviera discutiendo sobre quién es “la mala” en la telenovela del día anterior. Poco a poco se deberá ir introduciendo a los más hábiles en la mística de la reseña crítica, y en ese momento empezaran a sentir los efectos del golpeteo del tallador. Si la humildad prevalece, y se dejan aconsejar, probablemente, si el artesano es un profesional solvente, el estudiante irá dejando salir sus primeros brillos, y con el tiempo se convertirá en un profesional solvente.

En relación a los que copian los trabajos, y se aprovechan del trabajo de los más aplicados, mi querido amigo frustrado; el maestro no debe ser un policía. En un nivel de licenciatura, no tiene ya sentido estar vigilando al que tiene interés o no en aprender. Un profesor mío, nos dijo cuando entramos a la facultad en Barcelona, que la vida se encarga de aprobar o reprobar a las personas, y eso que en un principio me pareció una frivolidad, es una verdad mayúscula. Sólo sobresalen los que se esfuerzan, los que perseveran, los “necios” que encajan la crítica, hasta la malintencionada, y sobreviven su disgusto. Recuerda también, brillante todavía por pulir, que la experiencia muestra que no suelen triunfar en la vida los mejores promedios; con el tiempo nadie se acuerda de ello. Triunfan los que aprendieron a sufrir, los que aguantaron todo tipo de críticas, maduraron intelectual y personalmente y sobrevivieron sin tirar nunca la toalla, convirtiéndose en verdaderos profesionales. Recuerda también, y créetelo, que un maestro no hace favores a sus amigos poniéndoles buenas calificaciones; ayuda diciendo la verdad, golpeando la arista que debe ser retocada, y sobretodo creyendo con ilusión que es posible encontrar personas inteligentes, que con su cuidado y cariño, quizás en un futuro, como una planta a la que se riega, y a la que se le podan las ramas que sobran, puedan brillar por si mismos, y crecer fuertes y hermosos, para el beneficio personal y de la comunidad.

12 Comments

  • OMAR Posted 26 agosto 2020 00:30

    VAYA QUE SI HACE REFLEXIONAR .

    • Carlos Barrachina Posted 31 agosto 2020 17:16

      Esa es la intención. Saludos

  • Ernesto Zapata Posted 29 agosto 2020 00:33

    El triunfo en la vida no únicamente se logra por ser un buen estudiante que se esfuerza por buscar sacar una buena calificación. Se trata de que pueda combinar sus todas sus capacidades, inclusive para soportar los tropiezas que se presentan en la vida. Debe tener carácter para enfrentarse a la vida y su trabajo debe ser único.

    • Carlos Barrachina Posted 31 agosto 2020 17:16

      Efectivamente. Gracias por sus comentarios. Saludos

  • maria jose bernal ballesteros Posted 3 septiembre 2020 01:07

    Definitivamente creo que la humildad debe ser una de las más grandes virtudes de los investigadores-doctores- pues entre más investiga uno más nos damos cuenta de lo mucho que nos falta por saber. En congruencia con ello, alguien que piense que por ser doctor tiene la razón absoluta para mi rompe con el esquema de lo que reamente se espera de un investigador.
    reconocer nuestro errores y aprender de ellos no permite un mayor crecimiento, en este entendido en la media que la soberbia sea el común denominador de nuestros actos estaremos muy lejos de poder hacer aportaciones científicas y valiosas para nuestro pías.

  • Yvonne Ruiz Jaimes Posted 4 septiembre 2020 01:06

    Una lectura digna de leer, desde el principio, en un doctorado trata de humildad y saber reconocer las capacidades y habilidades con las que contamos, y aceptar los errores que tenemos, con gran madurez. Es una manera de enfrentar la vida.

  • richar suarez Posted 8 septiembre 2020 22:05

    muy buen texto doctor, y coincido con usted, todos necesitamos en el trascurso de nuestra vida ser moldeados para mejorar, en lo personal reconozco y acepto que es un oficio muy difícil el de escribir, lo admiro mucho de las personas que has desarrollado esa habilidad

  • Francisco Núñez Escudero Posted 13 septiembre 2020 22:12

    Por medio de la reflexión, se invita a generar un autoanálisis del propio papel como alumnado, donde se espera éste logre mantenerse en línea ascendente en materia de maduración tanto intelectual como profesional. Para ser considerado un buen profesional, es necesario dejar de lado la medición de la excelencia en términos cuantitativos; el mejor profesional es aquel que no se vence ante la adversidad, que aprende desde el error y modifica los elementos que tienen que ser modificados, que sigue aprendiendo, intentando, superándose en pro del beneficio personal y de nuestra comunidad.

  • Flavia Villafranco Quiroz Posted 19 septiembre 2020 20:34

    A lo largo de nuestra vida estudiantil, observamos que no siempre triunfa el que mejores calificaciones obtiene, sino el que aprendió a transitar por la vida con tropiezos en el camino, cayo y supo levantarse, con valor dedicación y esmero en los trabajos encomendados, no apartándose del objetivo que se desea alcanzar.

  • Daniel Cancino Fabián Posted 8 octubre 2020 03:51

    sin lugar a dudas, quienes hemos compartido la docencia, nos encontramos en algún momento de la vida con la gran responsabilidad de analizar «cual será mi legado» en tal o cual alumno, sin embargo nada es mas coincidente con la lectura que el hecho de buscar como poder compartir conocimiento y experiencia en una clase de una hora u hora y media, ciertos días de la semana, y ser inclusivas de sus areas de estudio con la de la formación propia. siempre fue muy difícil las evaluaciones y hoy a la distancia aprecio la posibilidad pasajera de compartir con alumnos de diversas formaciones el gusto por dar clases. Sin embargo, hay alumnos que son y somos difíciles de entender pues con el EGO, por delante pensamos solo en la calificación sin analizar si hubo transmisión de conocimiento o no, pues la evaluación es la estrella que culmina el semestre y en algunos niveles representa aceptación o premios por parte de la familia o jefes inmediatos.

  • Paty Racini Posted 23 octubre 2020 00:40

    Sin duda su carta escrita a un estudiante frustrado invita a la reflexión profunda, en lo personal me permitió analizar cuantas veces me he sentido como estudiante frustrada y justificada en esa emoción no he abierto mi mente, escuchar lo que me quieren transmitir y sobre todo perder la oportunidad de aprender.

    gracias Doctor,

  • Aureo Zagal Posted 25 octubre 2020 00:33

    Sin duda alguna, la carta nos invita a la reflexión tanto a quienes continuamos siendo estudiantes como a los profesores, quienes al final del día compartimos entre muchas otras cosas, la bondad de ser humanos con virtudes y defectos. No es inaceptable querer tener la mejor calificación de la clase, aunque eso no implique ser el mejor estudiante, dado que desde niños nos han enseñado que esa es la forma de cuantificar el progreso académico, la diferencia radica en que en el salón de clases coincidas con un profesor lo suficientemente sensible para entender que un mismo método pedagógico no debería aplicarse para formar mentes tan diversas. Muchas gracias por compartir Dr. Barrachina

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