4 de mayo 2016
No porque estemos sucios; ni por la calor. Necesitamos un buen regaderazo para acabar de «despertar». No una «límpia»: un «acicate».
Es cierto que la elites políticas no cambian de la noche a la mañana, pero nosotros sí debemos evolucionar y ante nuestras demandas, más democráticas, ellos deben de adaptarse.
Hoy en día nadie cree en promesas de políticos… y sin embargo buscamos apoyos, medicinas… medidas «informales» para poder superar un problema puntual.
La informalidad, los favores personales, las palancas deberían desaparecer de una escena política moderna; entre otras cosas porque las instituciones son capaces de hacer su trabajo de una forma eficiente, neutra e invierten sus presupuestos en incluir a todos los grupos vulnerables.
Suena «loco»… pero es cierto. ¿Porqué un activista partidario debe estar «gestionando» asuntos de este tipo? y más grave ¿Porqué la sociedad no entiende que no es eso para lo que debe servir un representante partidario? Sociedad y estado presentamos una disfuncionalidad sobre la que debemos trabajar. No queremos una democracia de «banqueta», sino una de verdad.
Ahora voy a imaginar que me tomo un trago de una cerveza Negra Modelo, que debería tener a mi lado… y respiro profundo… Permitanme la licencia… pero es que «cambiar al mundo» es muy complicado.
El gobierno de CJ en Quintana Roo, y de Luis Torres en Chetumal no va a cambiar la forma de actuar ni de la sociedad, ni de la «clase política». Sí espero que racionalicen el gasto… que exista la voluntad de luchar contra la corrupción de una forma eficiente. Que se permita una prensa libre: en ocasiones incómoda, pero abierta al diálogo. Que haya voluntad de mejorar las cosas… y que se permita que la sociedad genere sus propias dinámicas participativas, sin que necesariamente éstas beneficien al gobierno.
No podemos esperar que se cumpla la lista de buenos deseos que hemos presentado a los Reyes Magos… pero sí respuestas a una sociedad que evoluciona, mientras amplios sectores se mantienen en las constumbres. Debemos abrazar voluntariamente una transición paulatina incluyente.
Ahora sí.. me voy a casa a por la ducha… y a ver si encuentro mi cervecita helada por algún lado, para agarrar ese impulso e imaginarme y soñar como abandonar poco a poco, y de una forma realista, nuestra democracia de «banqueta».
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