8 de mayo de 2016
No se puede borrar la ilusión de los rostros de las personas. Es algo que sucede o no. Los que llevamos muchos años analizando el mundo de lo público y hemos visto muchas campañas políticas sabemos que hay públicos fríos, indiferentes, preocupados; y también hay momentos puntuales en los que la alegría y la esperanza se prenden en el colectivo. Esas cosas no se pueden forzar, ni disimular. Un político con este tipo de actitudes, un actor de nivel, un mentiroso compulsivo quizás lo pueden lograr, durante un rato; pero el común de los mortales no podemos hacerlo.
En las caminatas diarias al costado de Luis Torres LLanes, Mayuli Martínez y el Chino Zelaya, se percibe la ilusión, y el cariño. No creo que ningún analista de ciudad serio, se imagine que entre 250 y 400 personas acompañen voluntariamente a un político, puerta por puerta, diariamente durante un período de campaña, con un calor como el que experimentamos en Chetumal. Es más difícil de creer cuando sabes que muchas de esas personas se están jugando literamente sus puestos de trabajo; y que el resto no percibe ningún beneficio inmediato, más allá de la esperanza de un cambio para su sociedad.
El analista se lo imagina recordando revoluciones de renombre como la cubana, pero difícilmente en un proceso electoral «ordinario», en el que además se debe salir a la calle en condiciones muy incómodas para los caminantes y los candidatos, porque no hay otra forma de comunicarse con los ciudadanos (por la censura en los medios de comunicación, y la utilización partidaria de los mismos).
El día 6 de mayo del año 2016, en la explanada de la bandera de la ciudad de Chetumal, se experimentó una alegría y una fiesta del mismo tenor. Esas sonrisas no se inventan… esa esperanza no se diseña en un laboratorio político… y debería ser delito el tratar de borrar ese sentimiento, mediante mentiras y extrañas maniobras «políticas», como las que están intentando aplicar desde el gobierno de Quintana Roo. La expontaneidad de la gente no se improvisa; existe o no… y hoy en Quintana Roo no hay nada que pare ese deseo y esa esperanza.
De hecho maniobras que traten de inventar realidades siempre se vuelven en contra del que las crea. Y más en una ciudad como Chetumal, en donde todos nos conocemos, y las notícias «vuelan» entre la gente.
Desde el inicio de esta campaña señalé que el PRI debería cambiar de equipo de comunicación e imagen. A quién se le ocurre que es «vendible» tener candidatos con estilo y sonrisa Televisa en Quintana Roo. «Barbie y Ken» no tienen impacto entre la gente real. La sonrisa de dentrífico sirve en el Tec de Monterrey, o entre los jóvenes fresas con aspiraciones superficiales e ilusorias, pero no entre la gente de verdad. En Quintana Roo existe una ciudadanía enojada y molesta con los gobernantes, que esta harta de verlos jactarse de sus riquezas y de su estilo de vida de «nuevos ricos»; y lo que quiere es gente normal como dirigentes políticos. Quiere gente real que se comprometa a trabajar de una vez por todas para salir del pozo en donde las frivolidades nos han llevado.
Les voy a dejar con dos imágenes que recordarán y que simbolizan lo que les comento. En navidad Chanito Toledo, nos compartió una imagen de felicitación, que con todo el respeto, era el montaje artificial más desagradable que recuerdo en todos los años que llevo analizando lo público. La «gaviota» quedaba chiquitita frente a esa foto que nos presumieron para felicitarnos las fiestas. Contra gustos no hay nada escrito, y quizás a alguien le gustó.
A mí me gusta, y lo digo desde el corazón, la foto de Luis Torres con su familia. La que se ha compartido estos días. Veo personas de verdad. Veo a un político parecido a sus paisanos, que no tiene necesidad de fingir, a una señora auténtica; y sin necesidad de forzar nada, a unos chicos felices. Y también veo como las personas se acercan con confianza, cuando recorremos las calles de la ciudad capital.
No traten de borrarnos la sonrisa con sus «torpezas», porque se les va a revertir.
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