Se respira en el estado de Quintana Roo una extraña inactividad gubernamental. Es poco el tiempo destinado a la transición ordenada de poder, y no se mueve una hoja en Chetumal. ¿Dónde está el gobierno? La sociedad civil consiguió un triunfo importante tras la toma del congreso, al lograr que Enrique Peña Nieto llamara al orden a sus gobernadores rebeldes, para que desactivaran su estrategia de blindaje. Ahora recogen firmas en las calles del estado para que la federación asuma el poder. No es para menos: no hay Gobierno en Quintana Roo.
Estamos viendo una transición en verano, en la que no se intercambia nada, excepto fotos de graduaciones de jóvenes en las escuelas por el facebook. Se fugan presos en Cancún, asesinan a alguien tan importante como Isaias Capeline, se ponen en huelga los policías de Tulum, no se nombra nuevo responsable de seguridad en Chetumal; y amenazan los custodios de la cárcel de Cancún irse a la huelga. ¿Y el gobierno? Bien, gracias. El atractivo máximo en estos días es conocer la verdadera historia del propietario del tren del zoológico de Chetumal: ¿será rentado, o propiedad del pueblo? En este contexto de aburrimiento colectivo, diferentes sindicatos y gremios aprovechan el vacío de poder y la calma chicha para renovar sus dirigencias, o para preparar la alternancia de las mismas.
No me atrevo a pedir que el gobierno haga algo, porque no sé si tiene ya la capacidad para ofrecer nada. Tendrá que ser tarea de una auditoria profesional la que señale el verdadero estado en el que Carlos Joaquín recibe la gubernatura. Es una lástima que se pierda más tiempo, cuando existe un período en el que se podría haber avanzado, pero ya se perdieron dos sexenios; quizás no pasa nada por aprovechar estos días para descansar un poco. A mi memoria viene el recuerdo de la transición de Calderón a Peña. Se legisló de forma más o menos consensuada, y se organizó una transición limpia. Sin problemas graves, ni faltas al respeto. No tuve sensación de ingobernabilidad y cuando fueron los tiempos se continuó con la chamba gubernamental, a pesar del cambio de color partidista del Presidente.
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