13 de agosto 2016
El post de esta mañana de Nicolás Lizama me ha hecho reflexionar. La vida la encontramos en los detalles. Nico, como buen caricaturista, es muy bueno observando detalles. Nos platicaba esta mañana de la actitud de un vecino que tiene: aparentemente jodido, pero con una capacidad de reinventarse y seguir con la vida admirable.
Quizás a su vecino le gustaría ver el proceso de su vida desde otra trinchera; quien sabe, porque es posible que sea mucho más feliz que muchos que sin tampoco haberlo escogido cargan con depresiones, agruras interiores y frustraciones insatisfechas. La vida es algo bonito, pero tremendamente jodida. La simplicidad y la alegría interior son dones preciososos.
Lo de observar los detalles, y lo de las actitudes frente a los procesos me ha motivado a poner por escrito algunas reflexiones sobre lo que veo e interpreto de la actitudes de muchas personas frente al proceso de transición política que estamos experimentando en Quintana Roo.
1. La caída electoral del PRI, y la apertura de un nuevo escenario político genera muchas expectativas, y abre diferentes escenarios.
La promesa electoral fue rescatar al estado de la manos de unos gobernantes que se robaron todo. Articular un gobierno justo. Crear condiciones más democráticas, y favorecer la libertad de expresión.
2. La coalición de esfuerzos que aglutinó Carlos Joaquín (no me refiero a la partidaria), es tremendamente compleja; y eso se refleja en estos momentos tanto en las expectativas de muchos grupos de ser tomados en cuenta,como en los golpeteos que se dan por debajo de la mesa.
– Ex priistas relegados por las administraciones pasadas. Algunos con un pasado intachable, y otros con situaciones «extrañas» en su historial de vida que plantean serias dudas a los observadores.
– Ciudadanos que quieren participar de un cambio real del contexto político. Algunos buenos profesionales, otros que se venden como buenos profesionales, y otros que aprovechan una coyuntura en el que el sistema se ha abierto, para tratar de acceder al mismo.
– Militantes y simpatizantes de partidos políticos que siempre han estado en oposición, pero que ahora ganaron las elecciones, y que sienten que tienen el derecho bien ganado, de por primera vez en su historia poder dar posiciones de poder a sus huestes.
– Líderes sindicales, que fueron sometidos por las anteriores administraciones, y que sienten la necesidad de retomar su control corporativo.
3. Vivimos en el mismo Quintana Roo de hace dos meses (como señalé en varias columnas durante la campaña). El sistema que perduró en el estado ha sido responsabilidad de todos. Es cierto que las últimas administraciones se volaron varias bardas y eso ha generado mucho malestar, pero todas las personas que trabajaron y sostuvieron el sistema político en el estado, han tenido que hacer cosas de las que no se sienten particularmente orgullosos. Las cosas eran como eran, y estaban legimitadas socialmente. No sólo en el PRI, sino también en los partidos de oposición. Los estilos de liderazgo en general han sido muy autoritarios; el debate abierto y honrado no ha sido lo común; y prácticamente todo el mundo ha entrado en un juego que no ha sido democrático, ni particularmente honrado.
4. Todos hemos cambiado con el paso de los años. Entendemos en estos momentos que se debe dar paso a la pluralidad, que el debate no es malo, que tenemos que generar criterios de honestidad y rendición de cuentas. Sin embargo cargamos con inercias muy pesadas en nuestras actitudes. Desde otro punto de vista, nos conocemos, o creemos que nos conocemos y muchos recuerdan lo que otros hicieron mal en un momento determinado. Pocos recuerdan lo que hicieron bien esas mismas personas; ni reconocen que alguien puede haber aprendido a lo largo de la vida y que ésta sea una nueva oportunidad para hacer las cosas bien, bajo estrictos de supervisión y cumplimiento de la ley. Somos miopes con nosotros mismos; y bien fijados con los demás.
5. No es sencillo sobrevivir a esta transición política. Las pasiones más bajas, se contradicen con la crítica bienintencionada. Las ganas de medrar y que la «revolución me haga justicia», se enfrentan con el espíritu de servicio de muchos. Y no es sencillo distinguir entre unos y otros sentimientos. No es fácil para el gobernante, ni para su equipo, distinguir entre unos y otros; y como también he señalado en otras columnas, los errores de decisión política se pagan caros.
6. La clase política quintanarroense, conforme ha ido madurando, ha tenido que enfrentar la gobernabilidad de un estado mucho más complejo. Se ha caracterizado por el control de unas pocas élites -que creen que han sido tocadas por Dios-, el canivalismo de unos contra otros, lo que ha sido evidente en el Sur en los últimos años, y el autoritarismo, que ha sido la única forma de sobrellevar tanta grilla.
En estos momentos nadie habla bien de nadie en Chetumal. Unos son unos ladrones; otros son soberbios y miraron mal a un tercero en un momento de confusión; otros son poco profesionales, y otros demasiado abusados… (tenemos hasta situaciones grotescas que por la risa que me causan las omito para no ofender a nadie).
Las estrategias de sobrevivencia son diferentes: unos actúan como divas de principio de siglo XX, y levantan su voz al mundo reclamando la atención por el gran valor que tienen (desaprovechado claro; y en muchos casos desconocido); otros se agazapan y esperan… platican… y miran; y muchos grillan en los grupos, y critican… y también esperan…
El espíritu de la campaña se quebró…lo que en cierta manera es normal. Muchos amigos de aventura, ahora son sospechosos por mil motivos. Eso genera tristeza, sin embargo es parte del proceso. Desde otro punto de vista los que toman las decisiones deben estar en condiciones de escuchar a todo el mundo; y es bueno que las criticas se den. Todos tenemos pasado, y nos conocemos. Una persona con cara de bueno, puede ser un peligroso estafador. Sin embargo, alguien que hizo algo mal, también puede haber cambiado y ser rescatable. Un hablador locuaz, puede ser un pésimo profesional, que hunde todo lo que toca. Un tímido con cara de inteligente, puede ser un peligroso psicópata que con algo de poder puede hacer daño a muchas personas, y por supuesto a la imagen del gobierno de la alternancia.
E incluso nos puede aparecer alguna persona con el espíritu del vecino de Nicolás Lizama Cornelio, con ánimos para reinventarse, con espíritu positivo… y que sin embargo no fue considerado por ninguno de los grupos de poder que tienen la capacidad de acercarse a los círculos de toma de decisiones.
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