El James Bond de Chetuyork: en defensa del buen nombre.

10 de octubre de 2016

Ya hace unos meses en el seno del grupo de «Académicos», que tan atinadamente coordinó Martha Silva, actual responsable del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social (y por lo tanto garante de la de libertad de expresión en el sistema público de comunicación social); empezó a circular un infundio serio contra mi persona. Se me acusaba de ser un espía al servicio del CISEN. La verdad es que al principio me causó gracia. Me imaginé con mi barrigota descolgándome por las columnas de palacio de Gobierno, y me reí de mi mismo, y de lo grotesco de la escena.
Me pareció tan estúpida la idea que no le dí importancia. Recordé como colegas míos como Sergio Aguayo o Raúl Benítez, con los que comparto el interés por estudiar los temas de seguridad en democracia, también habían sido acusados, en su tiempo, y que incluso interpusieron una demanda ante los tribunales para defender su honor.
La verdad, a mí me valió. Sería un honor trabajar al servicio del conocido Centro de Inteligencia de Seguridad Nacional (CISEN). He dado un par de veces clases en las instalaciones de la Escuela de Inteligencia, invitado por el Colectivo de la Seguridad con Democracia en México (al cual pertenezco); y creo que sus profesionales en su gran mayoría son honrados y buenas personas.
La edad de uno va pasando, y a estas alturas, pensé nadie creería en esta mentira interesada. En diciembre de hace casi dos años fuí evaluado y aprobé los Controles de Confianza de Policía Federal, para rango de Director General Federal, en la ciudad de México, cuando fungí como Asesor de la Comisión Nacional de Seguridad. Si eso es así, por lo menos merecería el cargo de coordinador del CISEN a nivel regional; pero ser un operativo de a pié, pues está cañón. Como dijo otro personaje siniestro del nuevo Quintana Roo: ¡¡¡¡Barrachina no ha patrullado nunca!!! (eso sí es cierto jajajajaja: lo máximo que he hecho es trabajo de campo por Centroamérica y la frontera con México para mis investigaciones académicas).
Sin embargo, sí ha calado la idea en personas de buena voluntad, y me siento en la necesidad de desmentirla. Nunca he sido James Bond, pueden dormir tranquilos.
Si caminé con Luis Torres todos los días, fué porque creí en él y porqué me atrapó esa idea de cambiar el futuro del estado. De verdad. Además mis escritos (que eso sí lo sé hacer) fueron públicos y muchos de ustedes los compartieron (nada que ocultar). Parece que a algún amante de la conspiración le sorprendió que todo un doctor estuviera cada día caminando; pues sí, no sólo académico, también ciudadano y la verdad muy contento de haber contribuido en la medida de lo posible a un cambio, que quién sabe si finalmente se dará. Ojalá y algunas cosas por lo menos sí cambien.
Para los amantes del misterio les contaré que los que distribuyen los fondos federales en México; el ejército (que ahora además tiene un secretario de seguridad en Othón P. Blanco); el CISEN; e incluso grupos del crimen organizado tienen mucha más información delicada sobre las entrañas del estado y sus municipios que su humilde servidor.
Quizás alguno se dejó llevar por la finta de que soy investigador del Sistema Nacional de Investigadores desde el año 2006. Eso confieso que sí es verdad. Sin embargo, esta institución depende del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y reconoce en concurso público por méritos a los académicos que acreditan producción y calidad de trabajos científicos (en mi caso en el área de las Ciencias Sociales).
Lo de James Bond se lo dejo a los jóvenes con iniciativa, y a los amantes de NETFLIX (allá si encuentran buenas historias para entretenerse).

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