Hay miedo entre los trabajadores de base del estado

20 de febrero de 2017

No saben a quién recurrir, ni tampoco a quién culpar: sin embargo, tienen miedo. Entre los trabajadores del Estado ha calado la idea de que cualquier día perderán el trabajo. Lo de “oportunidades para todos”, es percibido claramente como un slogan vacío y falso: un engaño para conseguir votos.
Recientemente en CAPA, antes en el IEEA, en SEDE, o incluso en el Congreso del Estado, por citar algunos casos noticiosos, se han identififcado casos de abuso y persecución laboral. Parece que en CAPA ya ha habido unas 50 renuncias de trabajadores –se ha solicitado un número mayor-. Los trabajadores de base no entienden, y externan hoy su queja en medios como las redes sociales, el “Por Esto” o “Periodistas de Quintana Roo”: ¿porqué, -se lamentan- no se afecta a los cargos políticos que vienen del priismo, y se carga la mano contra los más débiles?
Se señala a Serna Salgado, coordinador administrativo de CAPA, como la mano que obedece los designios de Oficialía Mayor. Nombrado por Gerardo Mora, sin embargo, pareciera, a ojos de los trabajadores, que obedece órdenes que llegan directamente de Palacio de Gobierno. De hecho, es posible que eso no sea cierto, y que los titulares de las dependencias estén queriendo quitarse la responsabilidad. Quizás la presión es muy grande; pero los jefes de las dependencias no tienen recato en acusar que la mano que mece la cuna que se rompe en pedazos, tiene nombre y apellidos: están apuntando a Manuel Alamilla Ceballos.
Con un servicio profesional de carrera los trabajadores de base, e incluso de niveles intermedios y de decisiones importantes, no tendrían que preocuparse, en el caso de que se desempeñaran profesionalmente con eficiencia. No es este el caso y muchas personas tienen miedo, se sienten acosadas, y sufren porque no tienen recursos suficientes para abrir negocios propios, ni pueden permitirse el lujo de perder su trabajo.
Por otra parte, muchos líderes que apoyaron el cambio político, no han conseguido trabajo para los que integraban sus estructuras. Las elecciones del 2018 están cerca, y saben, que, si no cumplen, va a ser muy difícil garantizar un apoyo electoral suficiente. Por ello presionan para que se abran espacios, y ello significa que “los otros” abandonen la administración pública. La lógica del voto por chamba se ha instalado en el estado. Una dinámica que es perversa.
Muchos de los que han sido beneficiados con un trabajo, se han olvidado de su “lucha” por el cambio político del Estado. Ahora se sitúan en la cancha de los censores y de los represores. La guillotina moderna, que se popularizó en las redes sociales y la sed de sangre entre los pobres, han dejado pequeñito a Robespierre. Atacan a todo el que pudiera afectar su bienestar. No piensan en el Estado, ni en el bien común. Ya no les preocupa Beto, ni Félix, ni los grandes, ni los ricos: la lucha es por la quincena, y las formas son lamentables y muy tristes.
A pesar de que es penoso, es entendible. En un contexto en el que la mayor parte de la gente depende del trabajo estatal, y en el que los méritos nunca han servido de nada para conseguir un empleo; la inseguridad, hace que los más bajos instintos prevalezcan. El “spoils system” en su más cruda dimensión adquiere relevancia, y está pasando factura a la convivencia local.
A ello ha contribuido, sin duda, la mala selección de “jefes” que ha realizado el Gobierno. Los censores, los que agitan el miedo han actuado con nepotismo, y no han dado un ejemplo ético. Han colocado personas y familiares en puestos clave sin calificación suficiente. Han entrado en esa lógica del “sálvese quien pueda y primero los míos”.
La gente no está mal informada, especialmente en una ciudad tan pequeña como Chetumal. Por si fuera poco, el Gobierno está dividido, no tiene norte y no quiere escuchar. En esta lógica de “guerra civil”, los que coloquen más gente en empleos públicos, pudiera ser que tengan más posibilidades de situar candidatos, y comprar voluntades en el contexto electoral. Por eso es una guerra de todos contra todos, en la que una estrategia perversa parece que prevalece sobre el caos.
¿Dónde queda el pueblo en esta lógica? ¿Dónde la gobernabilidad? Es una lástima, pero la incipiente revuelta de trabajadores en diferentes dependencias, especialmente si ello les cuesta su espacio laboral, y el desencanto popular, es sólo el inicio de las consecuencias que se van a vivir, por culpa del cálculo interesado, la falta de estilo; las formas agresivas de comportamiento político, y el canibalismo.
Este es el invierno que se ha impuesto entre unos y otros. Todo vale por la captura del botín electoral. Y ello es a costa del trabajo de buenos ciudadanos, a los que CJ prometió no defraudar; y que no tienen la culpa de las ambiciones desmedidas de los “iluminados” y sus seguidores.

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