El tío Gil: el último mohicano

15 de marzo de 2017

Gilberto Calderón, Coordinador de Asesores de Pedro Joaquín Coldwell, fue siempre una persona muy cercana a Manuel Alamilla. Hoy se encuentra decepcionado: su protegido lo dejó mal. En cierta manera siente que quedó como el último mohicano, defendiendo lo que hoy considera indefendible: la honorabilidad del amigo. Hoy ha cerrado un ciclo y no tiene problemas en señalar que retira su apoyo al Oficial Mayor de Gobierno del Estado de Quintana Roo.

Son muchas las personas en el entorno de la familia Joaquín que han hecho llegar, tanto a Pedro, como a Carlos, a lo largo de los años, sus molestias sobre Alamilla. En relación al trato recibido, a las actitudes, y a otros asuntos más serios. En su paso por el CEN del PRI y por la Secretaría de Energía dejó Alamilla mucha gente importante herida; y en política, como en la vida, eso es un gran error que se acaba pagando.

Cuentan que Pedro Joaquín se molestaba muy frecuentemente con Alamilla. Sus errores políticos, y las quejas que diferentes personas le hacían llegar, exasperaban al Secretario. Señalan estas fuentes que las humillaciones y los gritos que recibió Manuel, por parte del casi siempre moderado Secretario, eran tan serios, que muchos se preguntaban del porqué aguantaba éste tanto castigo, y del porqué el Jefe le seguía teniendo paciencia y lo mantenía a su lado.

Parece ser que fue la señora Nahima Amar, esposa de Pedro Joaquín, que nunca había tenido mucho afecto por el ayudante de su marido, la que acabó decantando la balanza, para que se tomara la decisión de correr a Manuel Alamilla; de la misma manera que, se señala, el gobernador de Quintana Roo llamó la atención a Alamilla por contravenir una instrucción de su hijo, la señora Amar no estaba satisfecha con el manejo de detalles caseros, como la disposición de los choferes, el uso de la gasolina o las despensas de su casa.

Quizás fue este trato duro, o la naturaleza un tanto desagradable de sus funciones lo que agrió el carácter de Alamilla. Lo cierto es que su actitud le está provocando problemas, porque hay un grupo de personas con información, que piensan que deben hacer un servicio a Quintana Roo, al señalar y probar con claridad los excesos que a su entender cometió durante años el actual Oficial Mayor de Gobierno. Insisten, medio en broma, medio en serio, en que Alamilla pudiera ser considerado como el “Duarte de Quintana Roo”. Más aterrizados, recuerdan que Beto Borge fue Oficial Mayor de Gobierno, y un escalofrío recorre su cuerpo, tratando de no imaginar que Alamilla siga sus pasos, buscando un cargo de elección popular, y llegando a convertirse en el nuevo “Beto de Quintana Roo”. En este caso su padrino no sería Félix González Canto, sino Carlos Joaquín González.

Tras su retirada de la Secretaría de energía Manuel Alamilla acusó a Pedro Joaquín Coldwell, en círculos políticos de primer nivel, de malos manejos y de malos tratos. También habló con mucho desdén, de Carlos Joaquín, el que poco después lo recibiría con los brazos abiertos y le abriría las puertas en el Gobierno del Estado de Quintana Roo. Esa deslealtad se difundió y duele a las personas leales a la familia Joaquín.

Las principales quejas sobre Alamilla se centran especialmente en el trato soberbio y prepotente, y en la capacidad para intrigar, “hablando al oído”, y destruyendo la imagen personal de profesionales leales y competentes. El honor de muchos ha sido afectado, y eso les mueve para quitarle la máscara a su verdugo. Hay señalamientos más delicados. Al grupo de “amigos” de Alamilla, les gustaría que se hiciera una auditoria del manejo de los Recursos en la Secretaría de Energía. Existe una sospecha generalizada sobre falta de honradez, y una preocupación de cómo esto pudiera afectar políticamente al Secretario de Energía. En el aire sobrevuelan acusaciones sobre la posible venta de audiencias, favores sexuales inducidos, y la desaparición tanto de recursos económicos, como de regalos que eran entregados al Secretario. En este contexto también se plantean interrogantes sobre una serie de millones que presuntamente se perdieron en la contabilidad del PRI, y sobre un inmueble de tres plantas que se encuentra en la Ciudad de México. Señala el “club de amigos” de Alamilla que no debe olvidarse en esta ecuación a Sergio Manzanero, fiel escudero de Manuel, que en numerosas ocasiones ha actuado de tapadera del actual Oficial Mayor. De momento el tío Gil ya se apartó de su lado.

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