Publicado en Por ESTO! 5 de marzo 2019
El secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón no tiene buena imagen. Se le acusa de ser inventor del show mediático en el que se convirtió el caso de la francesa Florence Cassez; se señala que tiene un carácter arrogante y autoritario, que es vengativo y peligroso, que se “retiró” a Miami a estudiar su maestría, en el sexenio de Peña Nieto, pero que realmente se dedicó a operar sus empresas, entre las que se encuentran las que manejan los Centros de Prestación de Servicios (CPS) del Sistema Penitenciario Federal (reclusorios concesionados al sector privado que se fueron abriendo en los últimos años).
Hay una basta leyenda negra entorno a este personaje, que se adentró de la mano de Carrillo Olea en las entrañas de la seguridad nacional de México, y que se rodeó de un equipo de profesionales que hasta la fecha han estado manejando la seguridad en el país.
Genaro García Luna publicó un libro en el año 2006, antes de ser nombrado secretario, en el que identificaba a las policías municipales como el principal problema del sistema nacional de seguridad pública; también señalaba la ruta que se debía seguir para modernizar y profesionalizar a las policías en México. Impulsó la creación de la Policía Federal, y la ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública en el año 2009. También creó el Centro de Investigación y Estudios en Seguridad (CIES) en el seno de la secretaría, que trató de impulsar, con una visión “académica” lo que calificó como “nuevo modelo de seguridad pública para México”. El concepto de “mando único” se insertó en este nuevo modelo de gestión, con una intencionalidad inicial diferente a la que hoy en día se le atribuye. Concluyendo el sexenio el CIES publicó en el año 2012 un segundo libro de García Luna, en el que se trataba de justificar la política impulsada a lo largo del sexenio. Finalmente, el año pasado, en medio de la campaña electoral por la presidencia publicó un nuevo libro, titulado “Seguridad con Bienestar”, que a algunos se les antojó como un descarado acercamiento, incluso en los colores, a la estrategia electoral del candidato de MORENA Andrés Manuel López Obrador.
Se dice que no es él, sino sus colaboradores, los que escribieron sus trabajos; pero no se le puede negar el hecho que es el único responsable de la seguridad mexicana que ha publicado, con su nombre, un diagnóstico consistente de los problemas de la seguridad pública en México. Tampoco se le puede negar, que la identificación de los problemas que realizó sigue siendo pertinente; y que buena parte de las situaciones señaladas todavía no se han resuelto, hasta tal punto, que muchos operadores de seguridad pública copian su modelo sin darle los créditos.
Según García Luna los problemas de la gestión de la seguridad pública en México no se pueden resolver sin fortalecer, dignificar y profesionalizar a algunas policías municipales -las que sean sostenibles-, y a todas las policías estatales. La idea del “mando único” inicialmente, no era la de crear instituciones al servicio de los intereses personales de los gobernadores, que eliminasen a las policías municipales; sino fortalecerlas, y en el caso de que éstas no pudieran cumplir con sus responsabilidades, que fueran auxiliadas por policías estatales conformadas por unidades acreditadas, y en su caso por una policía federal profesionalizada.
Para reforzar esta política impulsó el SUBSEMUN (Subsidio de Seguridad para Municipios) en el año 2008, y el SPA (Subsidio de Policía Acreditable) en el 2011. El fracaso de esta propuesta, y su partidización dio lugar a la desaparición del SPA, y al cambio de nombre y políticas del SUBSEMUN en el 2016. Desde esa fecha se ha conocido como FORTASEG, asumiendo parte de los recursos que tenía el SPA.
La guerra contra el narcotráfico, y la presencia de las fuerzas militares en las calles desde el 2006, la falta de comprensión de la reforma, las resistencias corporativas, la corrupción y los intereses personales de los políticos en los diferentes niveles de gobierno, son los que han hecho fracasar la reforma integral del Sistema Nacional de Seguridad Pública, a pesar de los grandes recursos económicos invertidos.
¿Cuáles eran las bases sobre las que se apoyaba esta idea? Profesionalizar a las policías: dar mejores condiciones de vida a los policías, e incrementar salarios y prestaciones. Capacitar sin simulaciones, depurar a las instituciones aplicando los controles de confianza y crear unidades policiales acreditadas por el Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Todo esto ha fracasado, pero muchos operadores de la seguridad pública siguen presentando este esquema como el objetivo a alcanzar, como si fuera una idea original. Lamentablemente, la pregunta es cuanto hay de simulación y cuanto, de voluntad política real, en el objetivo de lograr la consolidación de instituciones locales sólidas de seguridad pública.
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