3 de junio de 2019
Era evidente que MORENA iba a ganar las elecciones y que la gente no saldría a votar con entusiasmo.
No lo era tanto que dos de las personas más cercanas de Carlos Joaquín iban a conseguir ganar el distrito X en Playa del Carmen, y entrar en el Congreso: Lili Campos ganando la mayoría y Cristina Torres por la vía plurinominal. Es absurdo, sin embargo, que derivado de la “madre de todas las batallas”, que sólo consiguió movilizar a un 22% de los votantes en el distrito X, Juan Carlos Beristain tenga grandes posibilidades de acceder al congreso como mejor perdedor; si su compañero de partido Edgar Gasca, del distrito I no se lo impide; y que Chanito Toledo (el gran derrotado de la contienda), gracias a la perseverancia del voto de MC en todo el estado, y a la poca participación, logre también entrar en el congreso local. En el fondo nadie fue derrotado en este distrito (la gente tiene una memoria muy corta, y así lo veremos en unos meses).
Era muy poco probable que Confianza lograra mantener su registro, sin romperle el eje a los verdaderos candidatos del gobernador, que estaban en el PAN-PRD y menos todavía que MAS no sólo mantuviera el suyo, sino que lograra colocar a José Guillén como diputado plurinominal. La poca participación permitió sorpresas. Entre éstas, que Hernán Villatoro, el patético líder petista haya ganado un distrito de mayoría con menos de 7.000 votos, en un distrito integrado por 106.737 votantes (sólo un 11.6% acudió a votar).
El norte del estado alcanzó una votación por debajo del 20%, de participación, mientras que en el sur y en las zonas rurales se mantuvieron en cotas cercanas al 30% (es curioso que los políticos sólo se siguen preocupando por el norte, cuando siempre es el sur el que salva la situación).
En el fondo a los políticos les da igual porque finalmente ocuparán las butacas del congreso, y muchos se felicitan entre ellos por haber obtenido un gran triunfo. Sin embargo, no se puede señalar que, por el hecho de ser una elección intermedia, un 22.15 de participación, les haya de alegrar. Es una vergüenza este desprecio ciudadano hacia la clase política, y con estos festejos los políticos todavía se alejan más de un pueblo cansado que se siente engañado por todos.
Estoy convencido de que en el caso de que la clase política no muestre preocupación por los problemas de los ciudadanos a los que sirve, no se tiene porqué acudir a votar. La abstención es una forma democrática de expresar la opinión política. No hay duda de que alguien resultará electo, pero si son la misma cosa, que más le da al ciudadano elegir entre uno u otro. No puede hacer otra cosa que levantar la voz y abstenerse de pronunciarse en las urnas. Los que opinan que el que no vota no tiene derecho a opinar se equivocan. Votar en estas condiciones es legitimar el estado de las cosas.
Es cierto que no es sencillo crear nuevas opciones. Se necesitan recursos para hacer llegar el mensaje, y muchas veces son los de siempre los que se “acomodan” en posiciones independientes y ello genera desconfianzas. Sí creo que hay que hacer política, y que hay que escuchar lo que los ciudadanos tienen que decir. Pero no visualizo todavía opciones viables para recuperar la búsqueda del bien común en Quintana Roo.
Esta administración quintanarroense se ha destacado por buscar su beneficio personal. Esta elección de nueva cuenta lo mostró. Combatió ferozmente en el “feudo” del gobernador y lo recuperó (pero se olvidó de la mayoría de sus candidatos); cabildeó opciones a modo tanto en MORENA, como en el PRI, y creó un instituto político que es un capricho moribundo, pero que ha logrado sobrevivir por la apatía de la gente.
Tendremos que ver ahora como continua la gobernabilidad en el estado en lo que resta de administración. Según “La Opinión QR” el congreso local queda integrado por 9 diputados de MORENA, 4 del PAN, 3 del PVEM (que se amarró a AMLO con desesperación), 3 del PT (que hizo lo mismo), 2 del PRD, 2 del PRI (que aguantó con bastante dignidad el voto en el estado), uno de consolación para MC, y otro sorprendente para el emergente MAS, que tendremos que ver si logra consolidarse, o se desvanece, como ha pasado con tantos otros movimientos a lo largo de la historia.
Si la gobernabilidad de Solidaridad y Othón P. Blanco son antecedentes válidos, el gobernador no lo va a tener sencillo, y va a enfrentar un grupo político con poco interés en llegar a acuerdos. Sin embargo, quien sabe, en política todo es posible, y a esta administración lo único que parece interesarle son sus intereses personales (por lo menos así lo ha percibido la población). Los de MORENA, por otra parte, están inmersos en una terrible guerra civil interna, tanto persiguiendo la gubernatura, como degollándose en los municipios, o tratando de integrar a oportunistas, sobrevivientes, pragmáticos y talibanes; unos con ideología respetable y definida, y otros con un fervor cuasi religioso por su líder supremo.
Como se ha podido ver en esta elección; esta victoria “triste», les anuncia que los quintanarroenses no están entregando un cheque en blanco a nadie, y que tendrán que hacer méritos para ganarse la confianza. Deben promover políticos capaces, olvidarse de fratricidios, y pensar de verdad en el bien común; si no me creen que le pregunten al PRI, al PAN o a CJ.
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