Abreu condena la lucha por la defensa de los límites de Quintana Roo

12 de agosto 2019

Arturo Abreu Marín señala que no merece la pena que Quintana Roo defienda sus limites con Campeche y Yucatán porque eso es un tema «político». Recomienda que mejor se soliciten apoyos para el desarrollo en la región.

Tengo varias consideraciones:

1. Abreu por «político» supongo que entiende «grilla». Interpreto que no quiere ruido. Eso es lo que pasa con los personajes y los estilos autoritarios. ¿Para que hacer «grilla», si no hay nada qué hacer y toda la «suerte está echada»? Mejor la resignación cristiana. La lógica democrática indica otra cosa.

2. Por «político», entiende algo malo. Hubo un dictador muy conocido que le recomendaba a sus ministros: «hagan cómo yo y no se metan en política». Absurdo. El gobierno hace política y los ciudadanos también. Campeche se «agandalló» una buena parte del territorio quintanarroense por la vía de los hechos y el reclamo es legítimo. ¿Tendrá que ver el supuesto pacto del gobernador de Campeche con AMLO en este tema?

3. ¿No es Abreu un político nombrado por AMLO, o resulta que es un técnico sin ideologia y.sin intereses? ¿Si no es un político por qué recomienda que la gente pida recursos del gobierno para desarrollar la región y fomenta el asistencialismo en lugar de otras estrategias?

4. Lo que Abreu torpemente critica no es la política, sino el partidismo que se considera «hacer grilla». Eso es precisamente lo que ha hecho AMLO atribuyéndose el éxito deportivo en los panamericanos. Rancia grilla de rancho.

5. Hacer politica es lo que los ciudadanos debemos hacer, aunque les pese a los «politicos profesionales» y a los que tienen intereses sobre un tema. Hay que participar y señalar los puntos importantes, aunque la «autoridad» señale otro rumbo. Así es la democracia; tanto en el tema de los limites territorialea con Campeche y Yucatán (que a éstos si les importa), como en asuntos como la elección del rector de Quintana Roo y otros muchos temas.

Si se quiere democracia hay que promoverla y creérsela (por lo menos así lo veía Sartori).

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