Yaxchilán: un sorprendente sitio arqueológico a pies del Usumacinta.

23 de diciembre 2019

El freserio chilanguense me persigue allá a dónde vaya. Anoche Abraham y David, no dejaban de gritar sin dejarnos dormir en la cabaña de la Selva Lacandona.

Durante el día, ellos, su primos y papás se habían ido a hacer rafting y por la noche, tenían ganas de pasarla junto a una fogata.

No era muy tarde, pero la verdad es que mis vecinos de cabaña estaban rocando, porque a las 7 am teníamos que despertar para salir a nuestros destinos.

Cómo no podían saber que unos estaban en brazos de Morfeo, y otros en tránsito, al final abrí la puerta y de forma amable les indiqué la situación.

Mi vecino de la izquierda estaba roncando, y el de la derecha había dejado de hacerlo. Les comenté que todo se escuchaba. Una vez dentro de mi recámara escuché como la mamá gallina decía: «el señor era bien buena onda, en lugar de regañarnos nos pidió disculpas».

Ustedes saben que mi habilidad principal no es la delicadeza, por lo que interpreto que así se entienden las cosas en Interlomas y Polanco.

Después de desayunar a las 7.00, salimos para Yaxchilán. 30 minutos de carro y 30 de lancha, con medio llovizna.

Me cuentan que para los gringos «the bigger the better». Si lo medimos así y lo unimos con la calidad; mi ranking personal queda encabezado por Tikal, Calakmul y ahora Yaxchilán.

Hay 90 metros de diferencia en altitud desde las estructuras más altas y la Plaza Central. Sin los árboles que hoy en día acompañan el sitio arqueológico debería verse majestuoso el Río y sus corrientes.

Los Saraguatos gruñían con todas sus fuerzas, no sé si porque llegaban gotas de lluvia, por nosotros, o por la pequeña marabunta de gringos, alemanes, guatemaltecos y mexicanos que llegaron tras nuestros pasos.

El paseo a Yaxchilán es realmente hermoso. No ví a mis cuates Abraham y David, pero espero que su mamá gallina los lleve uno de estos días para que se sientan libres y felices.

Nosotros entramos al revés. Primero fuimos a las estructuras más elevadas y finalmente caímos a la plaza central. Al salir nos dimos cuenta de la belleza de una entrada a través de los túneles de uno de los edificios.

Está lejos este sitio arqueológico, pero merece mucho la pena. Además hay muchos tour operadores, si no nos atrevemos a la aventura individual .

Por cierto, ¿quien capacita a los guías? Se escuchan muchas barbaridades, yo creo que los antiguos no deben descansar tranquilos.

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