10 de abril 2020
Carlos Joaquín González, Gobernador de Quintana Roo, señaló el día de ayer que en el norte del Estado está previsto que se habiliten 300 camas de hospital para atender a los pacientes infectados por la pandemia; y que en el sur habrá suficientes espacios para atender la contingencia. Además, afirmó que se requería ampliar la base laboral del sector salud: contratar médicos, personal de enfermería y de limpieza y capacitarla.
¿Cuál es la capacidad que se tiene en la actualidad para atender a los pacientes? En Chetumal únicamente dos centros médicos tienen unidades de terapia intensiva: el Hospital General de Chetumal, que tiene 4 camas y la Clínica Carranza que tiene 2. El Instituto Mexicano del Seguro Social ha desviado los 3 pacientes que han llegado a sus manos al Hospital General Regional 17 del IMMS en Cancún (en dónde ayer se conoció que se habían infectado 13 médicos), y al Hospital General de Zona 18 de Playa del Carmen. De los tres pacientes que se han enviado al norte del Estado, 2 han fallecido. El ISSSTE estaba remitiendo sus casos al Hospital Regional de Mérida, sin embargo, el Gobernador de Yucatán ha prohibido que lleguen ambulancias a ese estado; y por esa razón se ha tenido que habilitar el área de urgencia del hospital del ISSSTE en Chetumal para atender al caso que tienen bajo cuidado (hay otro en el Hospital General).
En Chetumal el Hospital General tiene 40 camas, más 10 en urgencias y 4 en terapia intensiva; El ISSSTE 40 camas y 6 en urgencias; El IMSS 40 camas y 12 en urgencias. La Clínica Carranza 18 camas más las 2 de terapia intensiva. El Hospital de Bacalar cuenta con 12 camas y 4 en el área de urgencias (en estos días se ha atendido a un paciente diagnosticado de COVID).
En relación a los médicos especialistas, después de la retirada de buena parte de los que tienen más de sesenta años y que forman parte de la población vulnerable quedan en activo: 8 internistas y 4 especialistas de urgencias en el ISSSTE, 8 internistas y 20 especialistas en urgencias en el IMMS y únicamente un especialista en urgencias en el Hospital General, El resto de los galenos disponibles son médicos generales, o tienen otras especialidades. Además, todos estos especialistas de la salud trabajan por lo menos en dos centros médicos, y tratan de cubrir los diferentes turnos de sus respectivos hospitales.
Se ha publicado en los medios de comunicación que el Hospital Oncológico de Chetumal, con 38 camas, va a ser destinado de forma exclusiva para atender pacientes contagiados por COVID-19. Éste va a ser gestionado por las fuerzas armadas, que posiblemente utilicen el Hospital Militar como refuerzo. En este contexto los diferentes centros médicos tienen que continuar su rutina porque en la ciudad hay enfermos seriamente afectados por afectaciones y situaciones muy serias, que no pueden mezclarse con los infectados por la pandemia. Se ha señalado también que las fuerzas armadas gestionarían los Hospitales de Nicolás Bravo y Tulum, que todavía no han abierto sus puertas al público. De momento, la entrada en funcionamiento de estos hospitales es una promesa, que deberemos esperar a que se concrete, y que nos hacen que nos preguntemos sobre qué personal médico ocuparan.
Independientemente de las informaciones que diariamente nos hace llegar el doctor López Gatell en la rueda de prensa, la verdad es que existe una falta absoluta en el liderazgo del sector salud, y en la coordinación de la respuesta práctica a la pandemia. Se ha tratado que todo el mundo se quede en casa, lo cual es lógico, tratando de que el sistema tarde en colapsarse; sin embargo, estamos en puerta de que ello suceda, y nos resignamos a lo inevitable, sin plantear alternativas serias.
Esta falta de liderazgo está llevando a que cada gobernador y presidente municipal actúe como Dios le dé a entender. El gobierno del estado de Yucatán tiene muy poca vergüenza, cerrando la posibilidad de que pacientes quintanarroenses sean internados en sus centros hospitalarios. No sólo es falta de solidaridad, sino una falta de respeto absoluto. Mérida se ha convertido de un destino hospitalario muy importante, y su sector médico ha vivido y prosperado económicamente en los últimos años gracias a pacientes de otros estados. Muchos quintanarroenses se han desplazado de forma habitual a Mérida para iniciar y continuar sus tratamientos médicos. La actitud de cerrar esta posibilidad en un momento de emergencia no sólo es insolidaria, sino oportunista y condenable.
En un sentido parecido nos hemos de referir sobre las autoridades municipales de Othón P. Blanco, José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, secundados por el gobernador del Estado Carlos Joaquín González.
La arbitrariedad de los puntos de control en las entradas de sus municipios, y la falta de inteligencia tanto de los tomadores de decisores, como de los ejecutores sobre el terreno, está condenando a toda la población de la zona rural a pasar la contingencia sin atención médica.
La periodista Graciela Machuca ha hecho público que recibió una llamada de una persona de Chunhuhub al que le prohibieron la entrada tanto a José María Morelos, como a Felipe Carrillo Puerto para ir en busca de medicamentos. En el punto de control de Chetumal, se señala en la prensa que se ha regresado a personas, “sospechosas” de portar el COVI-19, y no se les ha permitido el acceso a ser tratadas medicamente en los centros hospitalarios de la capital del estado.
Es comprensible que buena parte de la sociedad tenga miedo. En entendible que especialmente la gente poco informada y con dificultades básicas de comprensión de la realidad, tenga la sangre fría de apoyar la idea de que los vecinos de las zonas rurales se queden sin recibir el tratamiento médico oportuno, pero eso no lo pueden permitir las autoridades ni estatales ni municipales.
De esta contingencia sólo se puede salir medianamente bien con solidaridad y generosidad, no con actitudes cerradas y sin estrategias definidas. Nos dicen en los hospitales que los recursos no están llegando. El personal médico, de enfermería y de limpieza afirma que no existen condiciones, y se están manifestando tanto por escrito como públicamente.
La sana distancia no significa paralización. Sin el concurso dirigido de la sociedad las consecuencias serán mucho más difíciles de sobrellevar. Todavía hay tiempo para alistar los hospitales que se están conformando, de hacer fluir los recursos, y sobre todo de tomar medidas no discriminatorias que condenen a un gran sector de los quintanarroenses a la falta de atención médica, y a sobrevivir a su suerte.
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