Estos dos días he estado visitando a amigos en la zona rural de Bacalar, y ello me ha dado oportunidad de recoger opiniones sobre el proceso electoral.
Las campañas son momentos en los que los profesionales «locales» de la política esperan para sacarle algo a los partidos políticos y a sus representantes.
La búsqueda del voto, en un contexto rural, en el que todos se conocen, es la oportunidad perfecta para pedir láminas, varillas, computadoras, dinero, o cualquier cosa a cambio de promover el voto. En un contexto en el que la ideología no importa, y en el que se desconfía de la clase política, el que más ofrece gana.
Además se presupone que ningún político regresará, por lo cual es el momento de apretar: «el que quiera algo, que le cueste».
El que piense de otra forma es un ingenuo.
¿Qué he encontrado estos dos días? Comunidades en donde perdió MORENA en elecciones recientes, y en donde se mantiene el mismo ánimo. Y otras en dónde el espíritu de AMLO está muy presente, en dónde hubo una gran participación en el proceso de revocación de mandato, y en el que todo el mundo está con MORENA.
En una de esas comunidades he platicado con un amigo de izquierdas, de los de verdad, que está convencido que MORENA arrasará.
El pobre se encuentra frustrado porque todos los priistas que conoce de toda la vida, están apoyando la 4T. Hace años se sentía perseguido por ellos por ser de izquierdas, y ahora tiene miedo que lo persigan por ser de izquierdas y no apoyar a MORENA.
Me ha hecho una reflexión muy interesante que les comparto: los programas de dispersión de recursos de AMLO, han sido muy eficientes en la pandemia. La comunidad tiene dinero. Se han cambiado los machetes por cortadores mecánicos de maleza … y la gente agradece ese recurso.
A pesar de ello no está de acuerdo, reconoce que no resuelve el problema de fondo y que muchos malgastan el recurso. Mi amigo se retuerce pensando que sus priistas se han quedado con su esperanza de transformación.
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