Conocí a Laura Fernández personalmente preparando el camino hacia la precampaña del 2021, quizás fue en el mes de agosto o septiembre del 2020. No estoy seguro.
Nos recibió en el Palacio Municipal de Puerto Morelos y me agradó. Fue muy cálida.
No tenía porqué recibirnos, no se jugaba nada en ese momento, pero lo hizo; y me llevé la impresión de estar frente a una mujer muy profesional.
Si recuerdan, desde el inicio del 2020 señalé que si Mara ganaba Cancún, sería la candidata de MORENA a la gobernatura. Traté de acercarme a ella por diferentes vías. La verdad es que nunca hubo respuesta, y nunca me senté con ella, ni se produjo el acercamiento.
En el momento en el que Rafa Marín apretó, le dije a mis amigos «inquietos». No se muevan, no va a salir ni Pech, ni Marín; va Mara.
Estuve cerca del grupo Verde en San Lázaro apoyando a un diputado, y coincidí allá con Laura. La sentí incómoda, pero no le dije nada, y viví los tres primeros meses de la legislatura en los pasillos del grupo parlamentario.
Cuando decidió jugársela y salirse del verde averigüé lo que pasó; y por simpatía, por lo que pude ver en primera línea y observar, y después de pensarlo con calma decidí apoyarla, por lo que pienso que es el bien de Quintana Roo.
En ese momento seguía pensando que Mara iba a arrasar, pero me dio igual, y sopesé mi impresión personal sobre las dos políticas.
Si recuerdan, no hace tanto tiempo de ello, empecé a mostrar las incongruencias de la candidatura de Mara y de sus aliados. El colmo para mí, fue ver cómo toda la clase política tradicional se pasó con armas y bagajes con Mara por considerarla imbatible. Puro cálculo interesado e interés. Eso a mí me desagrada, aunque lo entienda, porque creo que gobernar debe tener el objeto de servir a la gente. Suena anacrónico, e ingénuo, pero sinceramente lo pienso.
Las encuestas desde un primer momento han favorecido a Mara. No hay engaño en ello. Además no se han confiado y han soltado mucho dinero entre comunicadores, y casi todos los que cuentan han entendido que les conviene económicamente apoyarla. Vuelvo a señalar que ello no me espanta y lo entiendo.
Por otra parte las estructuras de tierra también han tenido todo el dinero del mundo, y han sido aceitadas. Han hecho las cosas «bien» para ganar.
No únicamente eso, el gobernador y los aparatos electorales locales han apoyado la que pareciera inminente victoria de Mara.
Todo el aparato de poder se ha puesto en marcha y ésta, como señalé al principio del proceso, es una elección de Estado.
En la campaña no he caminado como en la del 2016, y no tengo un pulso tan cercano de cómo respira la gente, pero si he estado en comunidades y he platicado con gente, y gracias a las benditas redes sociales y amigos estoy muy informado.
En estos momentos yo desconfío mucho de las encuestas. Estoy convencido que la distancia entre Mara y Laura no es tan grande como insisten en repetirnos. Tengo la certeza que las élites políticas no representan a la gente común, y que el tsunami de personalidades que apoyan a Mara no necesariamente se va a traducir en votos.
Sinceramente, no sé lo que va a pasar al final, pero la gente se ha dado cuenta de que Mara representa a la clase política tradicional y eso le va a pasar factura. Mucha gente de izquierdas se va a abstener de ir a votar y hay frustración entre la gente que siempre ha apoyado a AMLO.
Por otra parte, es evidente que conforme pasan las semanas mucha gente se está abriendo a favor de Laura.
En estos momentos, a escasos 20 días del final, creo que Laura tiene chance real.

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