Finalmente encontré el eslabón perdido de la cadena. He hallado evidencia en un informe de la Guardia Civil de 1941 que mi tío abuelo José Barrachina Aznar fue concejal de Ladruñán entre 1936 y 1939. Ladruñán es el pequeño pueblo del Maestrazgo de Teruel que aparece en la fotografía que acompaña a la columna. En él nació mi abuelo, como les comenté en otra columna.
En las Cuevas de Cañart y en Ladruñán, los pueblos de mi abuela Rosa Albalate Ferrer y de mi abuelo Joaquín casi todos eran familía en 1936. Estos pueblos son muy cercanos entre sí; están a 15 kilómetros por la carretera y a una mucho menor distancia atravesando la montaña.
Entre 1936 y 1939 el alcalde de Las Cuevas era el primo hermano de mi abuela Ramón Albalate Galindo, afiliado a la CNT. Acabado el conflicto pasó años en la cárcel de San Juan de Monzarrifar, que es muy cercano a Villanueva de Gállego, en dónde acabaron residiendo mis abuelos y nacieron mis padres.
En Santolea, pueblo vecino del que provenía mi tatarabuelo Ramón Barrachina Ballestero, otro pariente Antonio Ballestero Ballestero era concejal y fue condenado a 30 años de cárcel.
Por su parte, en Ladruñán un pariente lejano Juan Manuel Jarque Guarch, perteneciente a Izquierda Republicana, era alcalde; el primo de mi abuelo Juan José Ballestero Aguilar era teniente de alcalde (también de Izquierda Republicana) y mi tío abuelo José era concejal, representando, afirma la Guardia Civil a «partidos de derechas».
Sinceramente, se me hace difícil de entender, como en un pueblo tan pequeño, en el que todo el mundo se conoce y es familia, pudiera haber un regidor de «derechas», cuando durante la guerra fue zona republicana, y los «nacionales», tenían que esconderse. Sin embargo, eso es lo que se señala en el informe que se encuentra en la Causa General que el franquismo abrió después de la Guerra Civil, para valorar la actuación de las autoridades políticas. Quizás era un representante de la derecha apreciado en el pueblo (lo que le permitió transitar la guerra sin esconderse ni huir), quizás hizo favores que se le regresaron con esa «consideración» que le hizo la Guardia Civil.
Gracias a Manuel Espada, me llegó un texto en el que se rescata que el periódico de Zaragoza «El Noticiero», en su edición del 12 de noviembre de 1939, hace una referencia a la «Cueva Cambriles», una hendidura que se encontraba a 11 metros de altura en Ladruñán, en la que el primo de mi abuelo Domingo Folch Carbó escondió a 22 personas que huían de los republicanos durante 14 meses. Domingo, les mostró a Vidal Royo y Aniceto Brea, vecinos de Ladruñán, el lugar para esconderse, y esa experiencia de clandestinidad y organización se convirtió en una leyenda popular, que reseñó el periódico aragonés.
Si mi tío abuelo era concejal del pueblo, y según la Guardia Civil, representaba a los partidos de la derecha (sin tener que esconderse), seguramente conocía de la existencia de este escondite que había encontrado su primo. Si no era de derechas, es plausible pensar que colaboró para que la logística de los escondidos fluyera y para que no fueran descubiertos, y que ello le rindiera frutos al acabar la guerra.
Carlos Urzainqui, me relató una conversación que tuvo con una tía mía, en la que le señalaba que muchos vecinos del maestrazgo, llegaron al área de Villanueva de Gállego, después de la Guerra Civil, gracias al apoyo y acompañamiento del sacerdote Fernando Balfagón Royo.
Nacido en 1905 en Ladruñán, Balfagón fue cura párroco de Zuera (localidad muy cercana a Villanueva) y luego canónigo en Zaragoza. En Ladruñán, en las Cuevas y en Villarluengo los apellidos Balfagón y Royo son comunes, y como señalé en otra columna están emparentados con Barrachina, Aznar y Albalate.
No es descartable aventurar que llegando mi abuelo de Barcelona tras la Guerra a su pueblo, después de haber estado afiliado a la CNT y viendo la suerte que habían seguido sus parientes con militancia de izquierda; quizás siguiendo el consejo o la ayuda de su hermano (en un sentido u otro), decidiera seguir la ruta que muchos de los vecinos del lugar tomaron, hacia el área de influencia de Villanueva de Gállego, en dónde un pariente lejano sacerdote estaba «organizando» el exilio.
No tengo noticias de que el canónigo Balfagón Royo fuera el canal para esa nueva migración de mi familia, aunque si consta que ayudó a muchos. Tampoco sé si Vidal Royo, el escondido en la Cueva de Cambriles, era pariente del sacerdote, y si éste u otra persona ayudó a a mi abuelo y a su hermano.
Sin embargo, los hechos señalan que ninguno de los dos pisó la cárcel y que mi familia inmediata se desplazó a Villanueva de Gállego y allá radicó durante muchos años. También es un hecho que la relación familiar se descompuso, o se perdió con la distancia y los años. Yo nunca escuché hablar de José Barrachina Aznar, ni de su hermana Isabel, que se casó en Luco de Bordón (Castellote), ni de Gregoria y Aquilino, que migraron a principio de siglo XX a Francia y a Asturias.
A pesar de ello, mi abuela Ignacia Biel, me dijo al oido antes de morir, que mi abuelo Joaquín, escondía «rojos» en su casa de la huerta de Villanueva de Gállego. Ello pudiera invitar a pensar que quizás él no perdió tanto el contacto con su familia, como la información que tengo pudiera hacer pensar.
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